Azúcar y estrellas – Crítica de la película
Un exquisito relato sobre el agridulce camino al éxito
Películas inspiradas en la vida de personajes importantes hay muchas. Sin embargo, son realmente pocas las que salen de la fórmula y se atreven a contar algo más allá de una biografía convencional. Utilizando la cocina y, especialmente, la repostería como telón de fondo, Azúcar y estrellas es ese tipo de película que realmente sobresale entre el mar de biopics que existe. Pero, ¿qué la convierte en un filme tan especial?
Desde pequeño, Yazid tenía una sola pasión: la repostería. Criado entre una familia adoptiva y varios hogares de acogida, nada lo predestinó para esa carrera. Sin embargo, su determinación y su ingenio lo ayudaron a tener éxito en el mundo elitista de la repostería. Azúcar y estrellas cuenta cómo el joven tuvo que superar sus traumas y cambiar su carácter indomable para lograr trabajar con los reposteros más cotizados y convertirse en el mejor. Basada en la vida real del prestigioso chef internacional Yazid Ichembarahen.
El primer punto a destaca en esta cinta es el extraordinario trabajo de Just Riadh como Yazid. Es importante destacar que, hasta antes de este trabajo, la vida de Riadh consistía en ser influencer, y el director Sébastien Tulard se enfrentó a un gran riesgo al darle semejante responsabilidad. Además de actuación, Riadh aprendió un poco de cocina gracias al Yazid de la vida real; y vaya que el resultado se nota en pantalla. Durante toda la película, sus gestos y posturas a la hora de “cocinar” son los de un verdadero experto en el tema.
Sin duda alguna, es el guion de Azúcar y estrellas lo que la convierte en una película sobresaliente. El guionista Cédric Ido y el mismo Yazid construyeron una historia que sí, bebe de muchos lugares comunes para conquistar al espectador, pero también es accesible para todos. El dúo nos presenta la historia de un hombre con un pasado difícil, pero con el hambre suficiente para alcanzar su meta. Sin necesidad de ser amante de la cocina, cualquiera podría verse reflejado en la lucha de este personaje.
Otro acierto es la verdad con que se cuenta la historia. Si bien, existen algunas alteraciones temporales y libertades creativas (algo que confesó el mismo director), la película no tiene miedo en mostrar las condiciones en que vivía su protagonista. Lejos se está de ver una historia color de rosa, y aunque tiene su toque esperanzador, no cae en los maniqueísmos que otras biopics explotan.
La realización de Azúcar y estrellas también merece una mención especial. Aquellas escenas donde se muestran las creaciones culinarias de Yazid son un agasajo en todo sentido. El uso de diversos planos, velocidades y una iluminación particular hacen que los platillos no sólo se antojen, sino que deleiten la vista. Tal y como lo buscaba el director, se logra entender que, a la hora de cocinar, sólo existen Yazid y sus ingredientes.
Dicho lo anterior, la película es también un interesante cuento de ambición. En el contrastante mundo elitista que se nos presenta, cada chef es, al mismo tiempo, indispensable y desechable. El paso de Yazid por distintos restaurantes permite que la cinta le presente obstáculos en forma de plátillos… y personas. Este último punto permite encontrar un equilibrio para el protagonista, y justifica que su historia se aborde en forma de un largometraje común, no de documental.
Gracias a una historia motivadora, un protagonista excepcional, y planos elegantes hasta en sus peores momentos, la vida de Yazid llega a la pantalla de una forma exquisita. Azúcar y estrellas es una película ideal para los amantes de la gastronomía. Pero también cumple, y con creces, para quienes han hecho hasta lo imposible por alcanzar las estrellas. Una última recomendación: no la vean con el estómago vacío.