Ventanas al mar
De Jesús Mario Lozano, Ventanas al mar ofrece grandes imágenes de la Riviera Maya, pero esto se antepone a la historia que quiere contar.
Miedo al amor o al desamor, al basto océano, al olvido, al abandono… Todos y cada uno de los personajes de Ventanas al mar, 3ª película en la carrera de Jesús Mario Lozano (Más allá de mí, Así), experimentan estos temores en mayor o menor medida mientras enfrentan los dilemas que se desprenden de toda relación de pareja.
Los españoles Charo López y el fallecido Fernando Guillén –en el último filme de su carrera–, son Emma y Joaquín, un a pareja ibérica que se encuentra en las costas de Cozumel para celebrar su aniversario de bodas. Llevan toda una vida juntos. Se conocen, se entienden, se extrañan aun cuando están presentes.
En aquel sitio paradisiaco se topan con Ana (Natalia Córdova) y Mauricio (Raúl Méndez), pero a diferencia de la pareja anciana, este par de mexicanos apenas comienza a escribir su historia. Una bastante pasional, por cierto. Tras un incómodo primer encuentro, los 4 protagonistas inician un acercamiento que les hará replantearse su forma de vivir, amar y relacionarse con los otros.
Teniendo el mar como escenario y siendo un personaje en sí mismo, Emma, Joaquín, Ana y Mauricio sucumben muy, pero muy paulatinamente, ante un torbellino de malas decisiones y autodestrucción, medianamente reflejado por las actuaciones. Y es que una de las características del filme es el ritmo lento con que Lozano revela las complejidades, inseguridades y conflictos de los personajes. Se toma su tiempo para “pelar” –tal como las de una cebolla– sus capas emocionales.
A ello se suma el exceso de diálogos. Son éstos los que desvelan todo lo que debemos saber de su presente y pasado, incluso más que sus acciones, lo que a su vez les resta profundidad psicológica. No obstante, el realizador poco a poco coloca sus cartas de tal modo que llega a un punto de máxima tensión y drama que sacan avante la película. Ambas parejas deben confrontarse con sus actos, hecho que lleva hacia un bien construido y sorpresivo desenlace que puede gustar o desagradar en la misma medida.
Junto al clímax existencial con que chocan los protagonistas, resalta el retrato que Ventanas al mar ofrece de la Riviera Maya: su flora, fauna; sus arrecifes, peces, ruinas y dioses prehispánicos, que en cada imagen extienden una invitación seductora –con claras intenciones turísticas, claro está. Lástima que la imagen se anteponga a la historia, salvo por su final que atrapa la atención.