Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft – Crítica
Alicia Vikander entrega una Lara Croft apegada al reboot del videojuego de 2013, en el que va desarrollando su sentido aventura con un guion que ofrece las mismas características que un juego de video.
En 2013 la franquicia de los videojuegos de Tomb Raider tuvo un reboot en el que Lara Croft comenzaba su aventura mientras buscaba las pistas de un mapa sobre el paradero de una isla, todo ello mientras navegaba en el Endurance. Cinco años después llega la adaptación de dicho reboot, protagonizado por la ganadora del Oscar Alicia Vikander.
Dejando a un lado las dos versiones protagonizadas por Angelina Jolie, y que en su momento apelaron al estilo visual de una Lara Croft que explotaba su sexualidad, la nueva entrega de Tomb Raider también basa muchos -si no es que una gran mayoría– de sus visuales en el videojuego de 2013, en el que los creadores entregaron un juego sumamente entretenido y que no se apoyaba en el aspecto físico de la señorita Croft.
Alicia Vikander comienza su camino como Lara Croft, evadiendo los negocios que dejó su familia y siempre en busca de la aventura, pero es gracias al testamento de su padre que descubre que puede haber algo mucho más grande para ella, y es ahí donde se enfrasca en el verdadero desafío de explorar el mundo.
Esta adaptación resulta muy fiel al reboot de 2013, donde incluso hasta algunas de las heridas o vendajes que se pone Alicia Vikander son exactamente las que tiene Lara Croft en el videojuego. Así mismo, y los que han jugado el material en el que está basada la película, habrán visto desde los trailers que muchas escenas están tomadas del producto que creó Crystan Dinamics y resulta impresionante verlas producidas y proyectadas en pantalla grande, con un cuidado diseño de audio y fotografía.
Conforme avanza la historia, la película se vuelve demasiado similar a algunos videojuegos de aventuras, por lo que no tenemos que esperar nada innovador ni profundamente desarrollado, simplemente es el vehículo para la entrega de secuencias de acción complejas y vistosas. Pero un elemento indispensable de Tomb Raider son los constantes acertijos a los que se enfrenta Lara Croft. Si bien el concepto del videojuego comenzó como una versión femeninia de Indiana Jones, mucha de la esencia de la trama tiene que ver con resolver rompecabezas, pero para la película de Vikander, los únicos que parecen comprender la respuesta de los acertijos son los personajes de la película dejando a un lado algo muy importante: nosotros, el público.
Películas como Indiana Jones o más recientemente La leyenda del tesoro perdido con Nicolas Cage, nos hacen partícipes de la trama y astutamente nos entregan las respuestas de los diversos acertijos, sin embargo con Tomb Raider pareciera que el guion asume que conocemos las respuestas o que sabemos dónde deben de ir las diferentes piezas del rompecabezas, por lo que ver a Lara Croft y compañía resolviendo algo que no entendemos, no es precisamente lo más llamativo para nosotros.
Alicia Vikander como la Lara Croft novata que va sobreviviendo a las diversas pruebas que se le presentan, resulta creíble, pero la actriz no tuvo mucho lugar hacia dónde desenvolverse debido a lo limitado de su guion, y no en términos de pobreza, sino en términos de dimensión del personaje.
El resto del elenco cumple sin explorar más allá su psicología y el villano, interpretado por Walton Goggins, no está a la altura de la historia dejando incluso dudas sobre lo que realmente lo motiva.
La película es claramente una historia de origen donde se colocan las diferentes piezas para que las verdaderas aventuras de Lara Croft comiencen… y lo hacen a unos 10 minutos que termine la película, donde nos deja una sensación de «ahora sí ya comenzó lo bueno» en el que Croft se enfrentará a una amenaza más palpable, más estructurada, pero todo ello sucederá en la secuela, siempre y cuando el público desee continuar hacia el nivel 2 de la trama.