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Cine

Todos somos extraños – Crítica de la película

29-02-2024, 8:58:10 AM Por:
Todos somos extraños – Crítica de la película

Una desgarradora y necesaria mirada a la pérdida, las palabras que nunca se dijeron y al amor más allá de esta existencia.

Cine PREMIERE: 4
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Durante años, el cine nos ha acostumbrado a que el término “fantasma” va de la mano con las historias de terror. Esos espíritus o almas en pena vagan entre los vivos con una misión en particular, y su mera “existencia” suele relacionare con emociones como el terror y la angustia. Pero, ¿qué pasa cuando se convierten en un símbolo de esperanza y redención? ¿Qué pasa cuando un fantasma no provoca miedo, sino la más reconfortante y anhelada paz? Esas son las preguntas a las que Todos somos extraños, la más reciente película de Andrew Haigh (Looking, The OA), busca dar respuesta.

Una noche, en su departamento, Adam se encuentra con Harry, un misterioso vecino que pone de cabeza el ritmo de su vida cotidiana. Invadido por los recuerdos de su pasado, y también por una gran falta de creatividad que limita su labor como guionista, Adam decide regresar a su pueblo natal. En específico, al hogar de su infancia. La mayor sorpresa no es que todo parece estar igual, sino que sus padres están ahí, vivos, tal y como lo estaban 30 años atrás en el día de su muerte. Al mismo tiempo que “ver a sus padres” le abre viejas heridas, Adam poco a poco se enamora de Harry, alguien capaz de cerrar esas dolorosas marcas.

Adam y Harry en Todos somos extraños

Si algo queda claro desde la sinopsis, es que Todos somos extraños apuesta por la carga emocional. El guion, inspirado en la novela Strangers, de Taichi Yamada, aborda temas poderosos como el duelo, la falta de inspiración, el autodescubrimiento y la ilusión de un amor. Todo con un dejo de nostalgia que permite más de una interpretación. A pesar de que cuenta con un ritmo pausado, la cinta entrega numerosos momentos notables. Haigh, también responsable del guion, se deja guiar por los recuerdos de su protagonista para establecer una conexión con el espectador.

De igual manera pone en práctica lo aprendido en trabajos previos, como la exploración de las parejas homosexuales en Looking, para crear una historia orgánica. En ese sentido, la meta se cumple con creces. Todos somos extraños no es una película sobre el amor entre dos hombres, ni del amor familiar. Es una película sobre el amor puro. Incluso su giro final apela a tan poderosa emoción en formas demoledoras.

Aunque en papel podría resultar apático y confuso en sus motivaciones, Adam encuentra en Andrew Scott al intérprete perfecto para darle vida. Desde los primeros segundos es evidente que se trata de un hombre con marcas en su pasado, muchas de las cuales no han sanado. Scott le da una brutal profundidad a ese hombre en busca de su significado, y evita que caiga en una sucesión de escenas lacrimógenas a la menor provocación. Por muy extraño que parezca, y a pesar de lo que atraviesa, sus sentimientos están sorprendentemente mesurados. No se puede evitar pensar que merecía un lugar en la contienda por el Óscar de Mejor actor.

Todos somos extraños – Crítica de la película

Sorprendentemente, quien soporta la actuación de Scott no es precisamente Paul Mescal, sino la pareja formada por Claire Foy y Jamie Bell. Ellos interpretan a los padres de Adam, y juegan un papel crítico como los “fantasmas” que permiten cerrar algunas heridas. Sus interacciones con él resultan extrañas al principio, pero eso se debe a la naturalidad con que los personajes abordan estar juntos otra vez. Es hasta que se explora la relación entre padres e hijo, que todo alcanza su punto máximo. Aunque los tres hablen de temas tan triviales, ni un momento de sus “encuentros” tiene desperdicio. Mención especial para las demoledoras pláticas en torno a la sexualidad de Adam.

En cuanto al ya mencionado Paul Mescal se refiere, sus apariciones son breves, pero con gran impacto. Es cierto que el guion no le da tanto con qué trabajar, especialmente si se le compara con Scott, Foy y Bell, pero cumple con solvencia respecto a lo que se espera de él. Los últimos minutos de la cinta por fin le hacen justicia a su talento y entregan una secuencia llena de misticismo, sentimiento, y esa tremenda atracción que tanto se percibe entre Adam y Harry.

La elegancia y sutileza de las actuaciones también se traslada al apartado técnico. Sobresale la fotografía de Jamie D. Ramsay (Vivir), que retrata con calidez las apariciones fantasmales en la cinta y los encuentros sexuales entre Adam y Harry. Sin embargo, también es fría y hasta propositiva en otros momentos donde la narrativa puedes ser ligeramente confusa, tal como la vida del protagonista. La música y el diseño de producción son elegantes. E incluso el montaje se presta para introducirnos de a la mente de Adam, una que siempre está en busca de algo. ¿Qué? Eso lo descubriremos gracias a los tres personajes con que más se relaciona.

Brillantes actuaciones, un guion con abundante nostalgia y un soundtrack minimalista, pero lleno de emoción, convierten a Todos somos extraños en una película que merece ser disfrutada en la pantalla grande. Claro, es posible que muchos espectadores terminen al borde de las lágrimas, pero la experiencia es totalmente gratificante. No sólo se trata de un sobresaliente ejercicio cinematográfico, sino también de una exploración a las emociones que nos convierten en seres humanos.

En sólo 105 minutos nos lleva al amor, por un viaje hacia el pasado, a recordar todas esas cosas que hemos dicho (y sobre todo las que no) a nuestros padres. Pero también a una incesante búsqueda para encontrarnos entre la realidad y la fantasía. Por primera vez en mucho tiempo, los fantasmas son un símbolo de esperanza; esperanza de aceptar nuestro destino, pero también de encontrar ese amor puro incluso más allá de la vida.

autor Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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