Gigantes de acero
Su mayor logro: emocionar a la audiencia.
La simple idea que robots boxeen en lugar de humanos puede sonar ridícula. Sin embargo, Gigantes de acero logra uno de los puntos básicos del cine y cualquier otro tipo de arte/espectáculo: emocionarnos. Y con eso consigue que su punto débil –la historia, una que hemos visto muchas veces– pase a segundo plano.
Hugh Jackman es un boxeador retirado que maneja robots pugilísticos hasta que le encargan a su hijo, de quien no quiere hacerse cargo. El niño encuentra un androide viejo, llamado Atom, con capacidades únicas para el boxeo y es así como el metálico underdog comienza a ganar notoriedad en el circuito, llamando la atención del campeón. ¿Lo invitará a su círculo de triunfadores? ¿Lo retará? La respuesta más obvia es la correcta.
Uno de los puentes fuertes en Gigantes de acero son precisamente las secuencias de peleas entre los androides. Por supuesto, estamos ante únicamente dos máquinas en un ring y no frente a decenas de autobots y decepticons luchando a muerte entre edificios, era poco probable que Shawn Levy hiciera algo incomprensible.
Pero fuera de estas peleas, el filme cuenta con una sólida química entre padre e hijo gracias a Jackman y al joven Dakota Goyo (quien encarnó a Thor de pequeño), ya que en el tiempo que comparten en pantalla van adquiriendo mayor compenetración hasta la climática pelea final. Evangeline Lily logra deshacerse de su papel de Kate en Lost gracias a que entrega un personaje que si bien no tiene demasiada profundidad o complejidad, se agradecen los momentos en los que aparece, disminuyendo la cantidad de testosterona en pantalla.
Es importante subrayar el acierto por parte de los realizadores de no hacer que los robots hablaran, así evitando caer en diálogos que pudieran haber agregado comedia involuntaria a un filme cuyo reparto humano ofrece solo la dosis necesaria humor. De esta forma, el espectador puede creer en ese futuro y sentir empatía por todos los personajes, incluido Atom, la promesa del boxeo droide.
Para algunos, probablemente les resulten un tanto cursis algunos momentos cercanos al final de la cinta, sin embargo ésta nunca se vendió como una producción cargada de intrigas, apuestas ilegales de boxeo o mafias violentas donde te cortan el dedo si no pagas. Aunque tampoco es Marley & Me: The Puppy Years, el equilibrio entre lo familiar y el género deportivo está bien resuelto.
En resumen, sí, la historia ya la hemos visto y ya sabemos a dónde irá desde sus primeros minutos, pero quizá el mayor atributo de la cinta es lograr una sólida feel good movie que nos mantendrá pendientes de una trama que nos emociona como una buena pelea clásica, desde las reales entre Muhammad Ali vs George Foreman, hasta las ficticias al más puro estilo de Rocky vs Apollo Creed.
Ve el trailer de Gigantes de acero.