Celda 211
En un guión lleno de liches narrativos, brillan los actores Luis Tosar y Alberto Ammann.
¿Cómo puede un policía novato, infiltrado por accidente en una cárcel de máxima seguridad, engañar al líder más temible de los criminales y hacerse pasar por cómplice suyo en un motín? Celda 211, de Daniel Monzón, resuelve con agilidad esta situación y se vuelve, por obra de actuaciones muy vigorosas, una de las cintas más populares y premiadas en España. Sin duda, Monzón posee un sentido muy eficaz del ritmo y es capaz de transformar una crónica de maltratos penitenciarios en el relato intenso de la amistad entre un truhán de buen corazón y un policía convertido a una causa justiciera. Su avalancha de peripecias violentas no rebasa, sin embargo, las rutinas del subgénero carcelario, y esto por su falta de sutileza y genuina inspiración poética.
En un guión plagado de inconsistencias y clichés narrativos, brillan los actores Luis Tosar en el papel de Malamadre, el presidiario con perfil trágico, y Alberto Ammann como el policía cuya educación moral se forja en el encierro. Brillan tal vez demasiado en la grisura y superficies planas de una realización sin mayores sorpresas.
–Carlos Bonfil