Purasangre – Crítica de la película
Este thriller mexicano usa de forma adecuada la acción y una trama truculenta, para sostener un guion que no logra del todo despegar.
En la película Purasangre, cinco asaltantes se ven acorralados por un mafioso y tienen que perpetrar un robo de grandes alcances. Para ello, desarrollan un plan maestro que implica el que luego de obtener el botín, este permanezca oculto por un tiempo… hasta que sea seguro recuperarlo. El asunto –en el que cada uno representa una pieza clave–marcha según lo previsto, hasta que surge una falla en el mecanismo, algo inesperado que desencadena una serie de complicaciones, encaminándolos a todos directo a una catástrofe. Sí, se trata de una fórmula que hemos visto una infinidad de veces y que, para bien o para mal, ha sido perfeccionada y estandarizada, por la maquinaria hollywoodense.
Esto último es quizás el primer handicap en contra de esta producción que, al ser mexicana, además de tener que lidiar con los prejuicios acostumbrados, como el que cierto sector del público no tenga la disposición ya ni siquiera de acercarse a ellas, tiene que esforzarse al doble, para lograr que todo resulte convincente. Para conseguirlo, apuesta por un trabajo de contextualizacion –con el Hipódromo como el objetivo de la fechoría–, si no detallado, al menos sí directo y contundente. Aprovechado lo que ofrece la sociedad mexicana y los entresijos del funcionamiento de la ley y sus instituciones, el guion de Francesco Papini Zapata evita las complicaciones y se concentra sólo en poner las cosas en su lugar tal cual como lo dicta la receta.
Los personajes de la película Purasangre (Fierro, Bosco, Tino, Chema y su hermano Jaime), quienes se debaten entre dilemas morales, lealtades y las distintas definiciones que tienen con respecto a la justicia y la corrupción, corresponden con naturalidad al universo que se plantea, y es ahí en donde la dirección de Noé Santillán López encuentra su principal fortaleza, bien apoyando por el buen quehacer de actores de capacidad probada como Luis Roberto Guzmán, Joaquín Cosío, Silverio Palacios y Rocío Verdejo.
Con la película Purasangre nos encontramos con un thriller que, en un contexto más amplio podría ser considerado un producto menor, pero que dentro del panorama de nuestra cinematografía nacional (la cual no termina de consolidarse como una industria de géneros), alcanza un mayor interés, generando expectativas con las que en términos generales cumple. Sin embargo, la película tiene las pretensiones de dar un salto de calidad mayor cuando se plantea con una narrativa de cierta complejidad –con saltos de tiempo incluidos–. Ésta es, al menos en estructura, funcional, pero a la hora de recurrir a una enorme cantidad de giros y vueltas de tuerca, que de inicio atrapan bien al espectador, llega el momento en que pierden parte del sustento y la capacidad de sorprender. Aun así, estos logran sostenerse lo suficiente para alcanzar el clímax, que llega en el momento justo.
Así pues, hay que reconocer que se trata de uno de los intentos más decorosos e interesantes que se han realizado en años recientes en nuestro país, con respecto a este tipo de conceptos. Un vehículo de entretenimiento medianamente funcional, que ofrece una trama truculenta bastante entretenida, aderezada con algunas escenas de acción.