Mala suerte, buena suerte (To Leslie) – Crítica de la película

A veces, sólo tomamos decisiones. No sabemos por qué lo hacemos ni a dónde nos llevarán, pero decidimos hacerlo. Hay consecuencias buenas y malas, subidas y bajadas, incluso hasta caídas. Sin embargo, algo que no se puede negar es que cada decisión que tomamos lleva a algún aprendizaje. Éste es el enfoque principal de la película Mala suerte, buena suerte: mostrarnos que todo lo que hacemos nos afectará de una forma u otra. No hay escapatoria. Las cosas pasan, aunque por momentos quisiéramos que todo siguiera igual.

Lo interesante es que, aunque la cinta habla sobre cómo nuestras acciones pueden cambiar el curso de nuestras vidas, no lo hace de manera optimista. Al centro de la historia está Leslie (Andrea Riseborough), una madre soltera que durante gran parte de su vida ha sido alcohólica, lo cual ha provocado que su círculo de amistades sea reducido y que constantemente entre y salga de distintas viviendas, todo mientras cuida a su hijo. Un día, ella gana la lotería.

Pero pasan seis años y todo el dinero desaparece. Pronto entendemos que Leslie lo gastó en alcohol y que, otra vez, busca dónde vivir. A la deriva, ella tendrá que aferrarse a lo único que le queda, que no es sino el recuerdo de cuando levantó ese gran cheque, pensando que todo cambiaría. Cuando llega a un hotel a buscar comida, techo y empleo, conoce a Sweeney (Marc Maron, con una serenidad magnética).

La cinta es el debut en formato de largometraje de Michael Morris. El realizador, que ya contaba con experiencia dirigiendo teatro y televisión, aprovecha al máximo cada segundo de la duración extendida de un proyecto para cine, permitiendo que su protagonista libre sus batallas internas sin ningún tipo de restricción. Cuando menos lo esperamos, llegan a nuestros ojos tomas abiertas con decorados minimalistas: filmados en celuloide que enfatizan las expresiones de la protagonista, quien le hace frente a una profunda soledad.

Crítica de la película Mala suerte, buena suerte (To Leslie)

Justamente, una de las fortalezas de la cinta es que, mediante su escritura –a cargo de Ryan Binaco–, logra algo muy interesante. Como pocas veces sucede en este tipo de propuestas, se reconoce, sin adornos de ningún tipo, que con una adicción casi siempre viene un periodo de aislamiento que no se puede evitar y que sirve para reflexionar.

La película toma un camino inusual, pues no trata la soledad como un recurso narrativo para aleccionar sobre los peligros del alcoholismo. Mientras en otros proyectos se opta por presentar este conflicto desde una perspectiva tremendista, aquí se hace con mucha empatía hacia quien lo vive. Sí, con cierta crudeza, pero sin tomar posturas marcadas. Éste es un estudio de personaje que se distingue porque no juzga a la persona afectada y, además, le da agencia en su viaje hacia la redención. Paso a paso, Leslie descubre que si se rodea de las personas adecuadas, quizá pueda salir de su oscuridad de forma más fácil. Eso sí, nunca sufre por lo que le pasa. Nunca se le castiga. Ella sigue viviendo su vida, pero no atraviesa un calvario por hacerlo, pues en todo momento abraza su forma de ser. Eso, para un largometraje con esta temática, es nada menos que revolucionario.

Mucho se ha hablado sobre la interpretación de Andrea Riseborough, e incluso se viralizó la historia de cómo, con una campaña promocional poco común, logró una nominación al Óscar. La actriz hace un trabajo excepcional al retratar a una persona que está rota por dentro, pero que no puede dejar de hacer lo que hace, aún si esto la aleja de todo. Con una honestidad notable, retrata a alguien que interioriza la angustia y es lo suficientemente cuidadosa como para no mostrarlo a los demás.

Mala suerte, buena suerte (To Leslie) es una película que triunfa por como, al abordar un tema complejo, deja que todo fluya. Quienes están detrás de la producción entienden que, para entregar algo que sea fascinante y abra la conversación, basta confiar en el talento.

José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.