Mi pequeño gran hombre – Crítica
Una comedia que transmite un mensaje valioso de inclusión pero que se ve opacada por sus fallas técnicas.
En la era de los remakes, llega esta cinta basada en la película argentina Corazón de león. Escrita y dirigida por Marcos Carnevale, fue un hito del cine argentino tanto en taquilla como en la crítica. Con estas cifras como respaldo, Mi pequeño gran hombre es la propuesta nacional de esta comedia que cuenta la historia de Carla (Fernanda Castillo) una exitosa madre y abogada que acaba de atravesar un duro divorcio. A raíz de una pelea con su exmarido (y socio) Carla pierde su celular, pero al día siguiente recibe la llamada de un hombre llamado León (Jorge Salinas) que dice haber encontrado su teléfono. León parece ser el hombre perfecto: carismático, articulado e inteligente. Pero cuando llega el día de conocerse para hacer la devolución del celular, los sueños de Carla de encontrar un nuevo amor se vienen abajo…¡pues León solo mide 1.35 (con 8 milímetros)! ¿Podrá Carla ver más allá del aspecto físico?
La película se presenta como una comedia romántica, sin embargo, trasciende mucho más allá de esta etiqueta. La comedia es el vehículo por el cual ofrece una crítica mordaz a nuestra sociedad que califica a las personas de acuerdo con su apariencia física. La trama pone al frente estos prejuicios sociales tan arraigados en nuestra cultura y propicia un autoanálisis en los espectadores y un mensaje de inclusión. El carácter universal y entrañable de los temas que trata el filme la han llevado a tener adaptaciones en el cine peruano, colombiano y en el francés con la exitosa Un homme à la hauteur en el 2016. La versión mexicana del director y escritor Jorge Ramírez-Suárez (Guten Tag, Ramón) logra capturar el espíritu y la esencia de la historia de Carnevale y tropicalizarla a momentos y situaciones cotidianas que se sienten genuinamente mexicanos. Sin embargo, la película no se atreve a ir más allá y proponer un sello distintivo. Esa cualidad entrañable con la cual Ramírez-Suárez nos conquistó en Guten Tag, Ramón se encuentra escasa en este largometraje.
El aspecto técnico es otro elemento de la cinta que flaquea, ya que simplemente no logra plasmar de manera realista la diferencia de altura de los personajes. Constantemente, son las proporciones las que evidencian los errores en el uso de efectos especiales en posproducción. En otras escenas, incluso se puede notar en las miradas perdidas de los actores. Estas fallas afectan accidentalmente la narrativa de la historia y la experiencia del espectador. A pesar de la intensidad y veracidad de los diálogos, resulta difícil conectar con la historia debido a este problema técnico, y la experiencia cinematográfica pierde parte de su carácter inmersivo.
Este aspecto es aliviado hasta cierto punto por las actuaciones de los protagonistas. Los estragos de una vida de humillaciones y críticas, contrastados con el espíritu de lucha y positivismo de León, son palpables en la actuación de Jorge Salinas. Fernanda Castillo, en su primer protagónico cómico, también transmite de manera genuina la lucha interna que vive su personaje. Este «ping pong» entre la comedia y la cruda dosis de realismo está bien balanceado en los viajes personales de ambos protagonistas
Esta cinta funciona para los espectadores que no hayan visto el filme original (ni ninguna de las adaptaciones). Sin embargo, aquellos que ya estén familiarizados con la historia y la película argentina, se encontrarán con un esfuerzo que no estuvo «a la altura”.