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Cine

Mi amigo Enzo – Crítica

23-08-2019, 10:07:58 AM Por:
Mi amigo Enzo – Crítica

Mi amigo Enzo es una película con un sólo propósito: la manipulación.

Cine PREMIERE: 2
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Si algo hay que decir de Mi amigo Enzo es que tiene un objetivo muy claro: provocar el llanto manipulando sentimentalmente al espectador. El director Simon Curtis, con una amplia carrera en la dirección de series y películas para televisión que además ha dirigido filmes como Mi semana con Marilyn (2011), busca causar ese efecto desde el primer minuto de la cinta basada en la novela de Garth Stein The Art of Racing in the Rain (que es el título original del filme). El filme comienza con Enzo, un golden retriever moribundo, que recuerda su vida con Denny Swift (Milo Ventimiglia), un piloto de carreras que adopta al peludo cuando todavía es un cachorro.

Lo que veremos partirá del punto de vista del perro, quien será el narrador de la historia desde la grave y rasposa voz de Kevin Costner (al menos en la versión original en inglés). De esa manera, Curtis se ha ahorrado el difícil camino de transmitir las reacciones y emociones de Enzo únicamente con el comportamiento e interacción del animal en turno con los actores. Con la voz de Costner ya no ha tenido que batallar con ello, pues bastan sus palabras para pintar la personalidad del perro (lo que uno calificaría de adorable en términos generales) y dar en el clavo de la manipulación sentimental una y otra vez, con sencillez pero también con habilidad. Y es que no es que estemos frente a un bodrio como Mira quién habla ¡ahora! (Tom Ropelewski, 1993) pero mucho menos frente a una genialidad como Isla de perros (Wes Anderson, 2018).

La historia de Mi amigo Enzo no tiene ninguna sorpresa. Cuenta la relación entre un perro y su dueño con todo y los cambios que conlleva la incorporación de Eve (Amanda Seyfried), con quien Denny se casa, y luego con la llegada de Zoe (Ryan Kiera Armstrong de niña y Lily Dodsworth-Evans de adolescente), la hija de ambos, para dar pie al desarrollo de un melodrama. Y aunque Curtis consigue que funcione su chamba sentimentalista, la película se sostiene en un nada sólido cimiento: los problemas familiares de Denny se desatan por sus constantes ausencias en su afán por convertirse en corredor de Fórmula 1 (un sueño que comparte con su perro), lo cual lleva a unos sencillos cuestionamientos: antes de casarse con Eve, seguramente habría dejado solo a Enzo en algún momento por estas salidas constantes, ¿por qué no vemos eso?, ¿por qué no hay un comentario alusivo del perro en sus diálogos chistosones y aparentemente ingenuos? ¿Por qué si estamos viendo la historia de esta vida perruna eso quedó soslayado?

No hay duda de que Curtis quería la lágrima fácil a partir de la manipulación sentimental sin complicaciones de por medio. Por eso Enzo habla como habla y dice lo que dice: para engatusar al espectador. Por eso se omite lo que se omite. El director no requirió de ninguna clase de habilidad por parte de su cast animal. Le bastaba que se viera bien. Lo demás recayó en Kevin Costner y en el guion de Mark Bomback, quien mantuvo la narrativa propuesta en el libro de Stein, con todo y la humanización de la conciencia perruna que no hace falta para contar una historia de amor humana desde el punto de vista de la mascota, como lo demostró el maravilloso corto animado Feast (2014).

autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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