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Cine

Vampira humanista busca suicida – Crítica de la película

30-03-2025, 11:17:55 AM Por:
Vampira humanista busca suicida – Crítica de la película

Incluso si su título es más provocativo que sus ideas, el largometraje debut de Ariane Louis-Seize da un refrescante giro a la comedia coming-of-age con sus elementos de terror.

Cine PREMIERE: 3.5
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¿Qué queda por hacer con el mito vampírico en el cine? En sus encarnaciones literarias de Bram Stoker y Sheridan le Fanu, ha derivado en el expresionismo de Nosferatu, el ícono popular de Bela Lugosi, pasando por parodias de Jim Jarmusch o Taika Waititi y, claro, las fantasías adolescentes de Crepúsculo. Pero desde el divertido –y absurdo– oxímoron de su título, Vampira humanista busca suicida (Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person) demuestra que todavía quedan algunas gotas de sangre en estas historias, en la forma de un coming-of-age que hace eco de las generaciones millennial y zoomer.

Porque nuestra protagonista, Sasha (Sara Montpetit), es la clase de personaje que chocaría con el boomer Drácula en discusiones de conciencia sobre el origen poco ético de la dieta vampírica. Tal es el centro de su conflicto: traumatizada por un evento de su infancia, Sasha se rehúsa a matar para alimentarse. Como una adolescente de 62 años –los vampiros envejecen a un ritmo diferente–, aún depende de su padre comprensivo (Steve Laplante) y su madre frustrada (Sophie Cadieux) para conseguir comida, que es suministrada en bolsas médicas de sangre.

Sin embargo, la madre decide que ya es suficiente, y decide enviar a Sasha a vivir con su independiente prima (Noémie O’Farrell) para aprender la consigna fundamental de su especie: es matar o morir. Resignada, y luego de crear todavía más problemas para su familia, aparece Paul (Félix-Antoine Bénard), un chico que contempla quitarse la vida ante una cruel existencia de insatisfacción y bullying. Él sería la respuesta a todos sus problemas, excepto que Sasha no puede convencerse de matarlo sin antes ayudarlo a cumplir su última voluntad: vengarse de sus abusadores.

A partir de esta premisa, Vampira humanista busca suicida se desenvuelve como un relato coming-of-age durante una sola noche con elementos de un tierno romance con terror, en el improbable entrecruce de una película de John Hughes con el humor inexpresivo de Jim Jarmusch.

En su largometraje debut, la directora Ariane Louis-Seize crea un Montreal surreal que logra este improbable matrimonio de ideas. Vestuario y decorados presentan un mundo suburbano y gótico en el que (se sugiere) existen vampiros que podrían ser los vecinos, pero la fotografía, bajo luz suave y a veces incluso apastelada, evoca la dulzura de esta angustia y añoranza adolescente, acentuada por una fenomenal secuencia al son de Emotions” de Brenda Lee que remite a otro clásico moderno del cine de vampiros: Una chica regresa sola a casa de noche (2014), de Ana Lily Amirpour.

Una comparación poco favorable, dicho sea de paso, pues Vampira humanista busca suicida pierde la oportunidad de ser igual de punzante con sus ideas, y hace de su ingeniosa premisa una historia más bien anémica.

En buena medida, esto se debe a huecos en su argumento que restan credibilidad al conflicto de los personajes, como el hecho de que Sasha tiene problemas con matar, pero no con el alimento que sus padres misteriosamente proveen. O que las tendencias suicidas de Paul son motivadas por una representación relativamente clicheada y superficial del bullying escolar. Este último asunto, en particular, merecería un abordaje un poco más serio del que sugieren los discretos acentos de excentricidad del personaje.

En otro caso, esta superficialidad podría hacer menos creíbles –e incluso desconcertantes– las eventuales evoluciones de Sasha y Paul. Pero no es así gracias a que Louis-Seize logra traer al frente dulzura entre sus protagonistas, haciendo de su relato uno sobre cómo la compasión, por sí misma, tiene ese poder transformador.

A final de cuentas, Vampira humanista busca suicida desaprovecha sus oportunidades para hacer algo más interesante con los provocadores temas que despierta –no hay muchas cosas más polémicas pero merecedoras de discusión en estos días que el suicidio asistido–. Y más allá de su singular protagonista, una zoomer ubicada en algún punto del diagrama de Venn entre Lydia Deetz y Amélie Poulain, tampoco revolucionará el cine de vampiros.

Y eso está bien: a la larga, está destinada a convertirse en uno de los exponentes más queridos del subgénero a punta de ternura y sentido del humor.

 

autor Este no es el droide que estás buscando. Crítico y periodista de cine, actual editor en jefe de Filmelier en México y Brasil. También edita el blog de Film Club Café.
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