Mentada de padre – Crítica
Mentada de padre se concentra tanto en el apartado visual y sonoro que se olvida del desarrollo del guion y de sus personajes.
Osvaldo Benavides interpreta a su primer personaje homosexual dentro del cine mexicano, y lo hace además dentro de una comedia fársica dirigida al alimón por Mark Alazraki y Fernando Rovzar, y producida por sus hermanos: Gary y Billy. Se trata del primer esfuerzo producido entre Alazraki Films, Lemon Studios y Traziende, esta última de Leo Zimbrón. El filme, además, explora la pregunta: ¿cómo hubiera sido tener un reality show en la era de la radio y cuando la televisión aún era una quimera? Mentada de padre responde el cuestionamiento con un cúmulo de recursos estrambóticos y un tono estrafalario, incluso locuaz.
A partir de un guión británico escrito por el novelista William Sutcliffe, la dupla Alazraki-Rovzar nos remonta a los orígenes de los medios masivos de comunicación en México. La similitud entre el emporio radiofónico que aparece en la cinta es evidente con la XEW. Lo es principalmente por el tipo de narración que hacen sus locutores, por la forma en que se presentan las inserciones comerciales o las intros musicales con marimba y cantantes en vivo. El sabor mexicano se encuentra por todos lados.
Mentada de padre es también un drama familiar fiel a la fórmula de los melodramas de la televisión mexicana, así como de las películas nacionales de la Época de Oro. De hecho, el personaje interpretado por Sofía Sisniega, Lily, encierra un homenaje a la figura de la femme fatale de buen corazón. Pero donde la película adquiere un carácter propio es en el manejo del tono. Si bien su comedia fársica conduce a actuaciones exageradas e inverosímiles, lo cual a veces atenta con su propio propósito cómico, fusiona este género con la sártira social y el drama en un contexto pensado para las generaciones modernas.
También tiene muchos puntos de encuentro con la radionovela a la vez que crítica y satiriza los contenidos de la televisión nacional pensados para hipnotizar al público y crear agenda de conversasión, particularmente los reality shows y el morbo que acarrean –pero aquí también entran las telenovelas, por ejemplo–. Todo ello, además, encuadrado en un diseño de producción colorido, de época –la historia se desarrolla en 1942– y visualmente llamativo.
Mentada de padre narra la desventura de los Márquez Castillo –interpretados por Osvaldo Benavides, Antonio Gaona, Mauricio Isaac y Mauricio Barrientos–, los herederos de la empresa radiofónica que controla el entretenimiento de San Pascual, Querétaro. Su señal tiene a todo el pueblo comiendo de su mano. Sin embargo, cuando el patriarca (Héctor Suárez) fenece, en su testamento deja la instrucción de crear un concurso para determinar quién de sus cuatro hijos será el acreedor de su legado. ¿Quién es el verdadero Márquez Castillo? Con la avaricia por delante, los hermanos compiten con uñas y dientes por el preciado premio.
Alazraki y Rovzar confeccionan un jugueteo sonoro y efectista para apuntalar sus pretenciones cómicas, pero se engolosinan tanto con la parte visual y el sonido, que se olvidan del guion, y el crecimiento de sus personajes. Si uno no se deja deslumbrar por sus decorados y movimientos de cámara entonces nota cómo la cinta recobra vicios arcaicos dentro del cine nacional: el abuso del doble sentido, de lenguaje soez innecesario, la misoginia, el machismo y la doble moral, muchos de los elementos que quiere criticar pero Mentada de padre no lo consigue del todo.