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Cine

Luchando con mi familia – Crítica

23-03-2019, 5:13:14 PM Por:
Luchando con mi familia – Crítica

Fighting with my family es una película con un gran corazón, especialmente entregado por su protagonista Florence Pugh.

Cine PREMIERE: 4
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Las películas deportivas –y más aquellas basadas en hechos verídicos– tienen la difícil tarea de contar una historia que puede estar minada de clichés a diestra y siniestra. Y es que el encanto de cualquier deporte radica en vencer todos los retos que se presentan, en salir victoriosos a pesar que las probabilidades estén en contra del protagonista, en esa victoria de último minuto o derrotar al Goliat que está frente a él o, en este caso ella, Paige, y de eso va Luchando con mi familia.

La historia comienza con un par de niños jugando a las luchas mientras que sus papás, interpretados por Nick Frost y Lena Headey, los apoyan para seguir su sueño de convertirse en luchadores profesionales y llegar al máximo circuito: la WWE en Estados Unidos. Es entonces que su director, el actor y escritor Stephen Merchant, comienza a construir una historia honesta y sumamente humana sobre el apoyo y cariño de la familia, especialmente entre estos dos hermanos: Saraya Knight o Paige (interpretada con naturalidad por Florence Pugh) y Zak Knight (Jack Lowden).

Mientras la hermana es la primera en dar un paso más cerca del sueño familiar, Merchant no se concentra sólo en Paige, sino que mantiene también la historia en Zak, quien debe lidiar con sus propios fantasmas y aceptar que probablemente deba dejar su sueño a un lado. Somos entonces testigos del plus de Luchando con mi familia: son las dos caras de una misma moneda, cada una representada por un miembro de la familia.

Acompañamos a Paige a Estados Unidos, donde es, como en otros títulos deportivos tipo Rudy o Volando alto, este pez fuera del agua que lucha por su sueño frente a otros atletas que simplemente están mejor adaptados al entorno. Vemos a las «chicas malas» que parecería molestan a la protagonista, pero el guion no cae en este primer cliché, ellas, sus compañeras, tienen también vida más allá de sólo ser las chicas sexy de la WWE, y no están en la historia para ser las villanas, al final están ahí para apoyarse entre sí. No hay enemigo si se está buscando y compartiendo un mismo sueño.

Sin embargo, lo dicho anteriormente: Luchando con mi familia no se escapa de uno que otro cliché propio del género. Hay un par de secuencias con música inspiradora mientras vemos a Paige entrenar, o discursos motivacionales por aquí y por allá. Sin embargo, la forma en que son ejecutados no se perciben forzados o sin lo más importante en este tipo de historias: corazón. Además, resulta gracioso ver a Dwayne Johnson interpretarse a sí mismo (aunque aparece sólo dos escenas) y otros luchadores de la WWE como Sheamus o Big Show.

Stephen Merchant no sólo entrega una película familiar, sino que a través de la visión del hermano Zak, somos testigos del crudo mundo de la lucha libre. Quizá no tan visceral como lo fuera El luchador de Darren Aronofsky, pero sí es un recordatorio de que cuando alguien tiene un sueño que implique hacerse daño para demostrar ser el más fuerte –y de paso el entretenimiento del público–, el glamour se llega a perder entre escenarios vacíos, lesiones, sangre… y sí, sueños que están por terminar.

Más que interpretar a la luchadora Paige, Florence Pugh interpreta a su alter ego Saraya Knight, quien a diferencia de los protagonistas anteriormente mencionados (Rudy y Eddie «The Eagle»), constantemente debe lidiar con sus dudas y sentirse sola en un país ajeno al suyo. Y eso no la convierte en un personaje débil, sino todo lo contrario, le otorga una humanidad única, necesaria para este tipo de historias donde el protagonista debe vencer sus miedos, y eso hace que como audiencia nos sintamos identificados. La pelea que debe lidiar Saraya Knight es principalmente consigo misma, y ésa es una lucha a una sola caída.

autor Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.
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