Los adioses – Crítica
Los adioses se atreve a mostrar la dualidad de una feminista que, al mismo tiempo que insta a sus alumnas a rebelarse contra la desigualdad de género, sufre en la intimidad de su casa el machismo crónico de la sociedad mexicana.
Hay historias que definen nuestras vidas. Hay batallas que nos marcan para siempre. Y hay amores que son tan especiales que se nos quedan atados al corazón. Para Rosario Castellanos, una de las escritoras más importantes de la vida literaria de México, todos estos elementos la acompañaron en cada paso que dio, en cada frase que escribió y en cada batalla que libró. Sin ser una cinta biográfica, Los adioses –película dirigida por la destacada Natalia Beristáin (No quiero dormir sola)– logra convertirse en una muestra íntima y apasionante de una mujer que luchó para poder ser libre en medio de una sociedad que no se lo permitía.
La película nominada a cinco premios Ariel 2018, incluido Mejor dirección, oscila entre dos épocas de la vida de Castellanos. Por un lado, la vemos en su adolescencia; en esos momentos en los que va encontrándose con todo aquello que fue defendiendo su camino. Y por el otro, conocemos a una Rosario en su etapa adulta y enfrentándose a las pruebas de vida que la fueron convirtiendo poco a poco en una de las voces femeninas más valientes de nuestro país.
Tessa Ía (Camino a Marte) y Pedro de Tavira (El Chapo) son los encargados de sentar las bases de esta apasionante historia de amor que surgió en los pasillos de la UNAM, rodeada de libros, de cigarros, de poemas y de un espíritu de lucha y de cambio. De forma paralela, Karina Gidi (Falco) y Daniel Giménez Cacho (Zama) nos muestran lo que ocurre cuando la efervescencia del amor adolescente se termina y aparecen los celos, las envidias, los problemas y las responsabilidades de la vida adulta.
El guion de la cinta –a cargo de María Reneé Prudencio (Tercera llamada) y Javier Peñalosa (El secreto de Selena)– va contrastando poco a poco el presente de Rosario con su pasado. Mientras que en una secuencia vemos a Tessa Ia encarnando a una mujer joven que descubre el poder de su voz, en otra, Karina Gidi aparece a cuadro en silencio, con la mirada perdida y rodeada de una lluvia incesante que parece acompañarla en su dolor.
Es por escenas como ésta –así como todo su desempeño a lo largo de la cinta– que Karina Gidi demuestra por qué es una de las mejores actrices que tenemos actualmente en México. Ganadora del Ariel 2018 por este papel, ella entrega una actuación poderosa que nos lleva por una auténtica montaña rusa de emociones, enaltecida por el dolor y la valentía que se encuentran detrás de las letras de la autora de libros como Ciudad Real (1960) y Mujer que sabe latín (1974), entre otros.
La cinta viene cargada con algunos de los pasajes más famosos de la autora, mismos que la muestran como la mujer empoderada y valiente que fue. Pero, al mismo tiempo, Los adioses se atreve a mostrar –de forma sutil– la dualidad de una feminista que, al mismo tiempo que insta a sus alumnas universitarias a rebelarse contra la desigualdad de género, sufre en la intimidad de su casa ese machismo crónico de la sociedad mexicana con el que luchó ante la mirada pública todos los días de su vida.
La elección de Giménez Cacho como acompañante de Karina en esta cinta dan como resultado que todas sus interacciones en la pantalla se conviertan en un auténtico duelo de actuación, lleno de pasión, de celos y, sobre todo, de un amor prácticamente indestructible. No por nada, Beristáin es también unas de las directoras de casting más importantes –y solicitadas– del cine mexicano.
Con un gran diseño de producción de Carlos Y. Jacques –en el que el tecleo de la máquina de escribir de Castellanos se convierte en un personaje más–, y una destacada fotografía de Dariela Ludlow –que retrata el amor y la intimidad de estos personajes con gran elegancia y sutileza–, el mayor acierto de Los adioses es que logra recordar a una figura tan importante como la de Rosario Castellanos en una época en la que se lucha día a día por la igualdad de género, por el respeto y la libertad equitativa –y justa– entre hombres y mujeres. Hay mucho que aprender de los errores y aciertos de esta gran mujer. Y esta película es una buena forma hacerlo.