Guardianes de la Galaxia – Crítica
La nueva entrega de Marvel, Guardians of the Galaxy, se separa del resto por su personalidad estrafalaria y musical, innova la fórmula de superhéroes.
Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy), tiene todo lo que debe tener una épica espacial y hasta un poco más: buena música, incesantes ráfagas de humor, mucha acción cósmica y un puñado de bandidos a los que no les queda de otra más que unir fuerzas para salvar a la galaxia. ¿Qué más se puede pedir?
En manos del director James Gunn (Super), los héroes galácticos del cómic que Marvel publicó en 2008– el original, de 1969, tenía otros personajes– se convierten en una serie de desfachatados anithéroes, “perdedores” interestelares que no temen hacer cosas buenas, malas, “o un poquito de ambas”. ¿El resultado? Una de las entregas de superhéroes más carismáticas que hemos visto, ambientada además con grandes clásicos musicales de los 70s y 80s.
El terrícola Peter Quill (Chris Pratt), quien se hace llamar Star-Lord (¿who?), es el líder del heterogéneo grupo, que incluye a otros 4 alienígenas: la asesina de piel verde Gamora (Zoe Saldana); el “maniático” Drax el Destructor (Dave Bautista), el mapache cazarrecompensas de CGI Rocket (con voz de Bradley Cooper) y Groot, un árbol que podría ser primo lejano de los Ents de Tolkien, al que Vin Diesel prestó su voz y dio vida en motion capture. Benicio del Toro, por su parte, hace una aparición como “El Coleccionista”.
La historia pertenece al mismo mundo de The Avengers, pero sucede al otro lado del universo, en lo que podría ser “una galaxia muy muy lejana”. Nuestra referencia a Star Wars no es gratuita, ya que la forma en que tanto Gunn como la guionista Nicole Perlman concibieron el cosmos, recuerda a la mitología de George Lucas. Despliega varios planetas que forman parte de un mismo “imperio”, coloridos alienígenas de distintas razas y hasta guiños al estilo visual de la ciencia ficción de los años 80.
Es en este caleidoscopio estelar algo kitsch, en donde las ambiciones de Quill y sus compañeros se ven coartadas por las del malvado Thanos (Josh Brolin)– quien ya había aparecido al final de The Avengers Los Vengadores– y Ronan (Lee Pace), los villanos que desean hacerse de una de las Gemas del Infinito. Los guardianes deberán detenerlos… claro, después de escapar de prisión.
Guardianes de la Galaxia cumple con honores con todo lo que se espera de una entrega de superhéroes: es un espectáculo tecnicolor de grandes efectos que destacan en 3D– y que no le temen a saturar el ojo– con mucha comicidad y héroes raros, pero con “actitud”. Sin embargo, Gunn logra llevar la fórmula del género a otros rumbos e innovar, incluso, dentro del mismo universo cinemático de Marvel, pues le imprime a su historia una personalidad propia, estrafalaria, que la separa del resto.
Y esa es precisamente la principal cualidad de Guardianes de la Galaxia: tal parece que no busca o no necesita ser parte del entramado de películas que la compañía de comics ha sacado en los últimos años. Es un microcosmos narrativo, al que–al menos por el momento– no podría importarle menos lo que está pasando en la Torre de los Vengadores. La película se sostiene sola, en total independencia, y aprovecha para darle un lugar relevante a lo emotivo, a la amistad y a la maravilla de sentirse un outsider.
Finalmente, la música es un elemento clave, no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también del creativo. La banda sonora de la película se compone, primero, de un score compuesto por Tyler Bates, quien a petición de Gunn creó las melodías antes de la filmación (para inspirar el tono de las escenas). A esto se suman una serie de hits de rock y pop setenteros que cimentan el tono de ciencia ficción oldie. Tal es el caso de “Come and Get Your Love” (Redbone), “I Want You Back” (The Jackson 5) y la muy utilizada en el trailer “Hooked on a Feeling” (Blue Swede).
Aún así, Guardianes de la Galaxia no es perfecta: a veces da la impresión de que se aceleran los lazos de simpatía que los 5 antihéroes van formando entre sí, en aras de unirlos rápidamente, y la pirotecnia de efectos amenaza con ahogar algunos diálogos y bromas. Sin embargo, no deja de ser todo lo que promete: irreverente, emotiva, llena de acción y de esplendor visual. Ahora que se ha confirmado oficialmente su secuela para el 2017, habrá que ver qué futuro le depara a esta nueva franquicia.
Por cierto, como siempre, hay una pequeña sorpresa al final de los créditos.