El viaje de Keta – Crítica
Una película independiente e irreverente que trata el tema del consumo de drogas sin aventarse un discurso panfletario
Viaje ácido a la mexicana construido no en los bajos fondos, como aquel surrealista cortesía de Irvine Welsh, sino en la clase media de la Condesa chilanga. Está hecho a partir de episodios tal vez como posibilidad narrativa para hacer una especie de relato de costumbres con el cual se construye un crisol social zonificado. El viaje de Keta, una película independiente que tardó siete años en ver la luz y para la cual ninguno de sus actores cobró, presenta cada uno de sus episodios con una cápsula “utubesca” (así, con “u”) del canal El mundo de Lucrecia (interpretada por la ahora locutora de Rock 101 Madela Bada) sobre “recetas” de consumo responsable de diferentes estupefacientes para luego presentar relatos cortos precisamente alrededor del consumo de la droga referida pero empleada irresponsablemente.
El hilo conductor, que no narrativo, es la Keta del título (la maquillista Mayte Vallejo en una interpretación acartonada y exagerada en sus gesticulaciones), una dealer que va entregando los pedidos de casa en casa y que acaba metida en problemas por sus distracciones. El filme dirigido por Julio Bekhor y Fernando Sma sobre un guion de Beto Cohen presenta episodios aislados, algunos más extraños que otros, como si fueran cortometrajes independientes. Elaborados de tal forma que, toda proporción guardada, recuerdan el cine italiano de los sesenta y setenta, el cine de John Waters e incluso los videohomes ochenteros mexicanos (en especial en las cápsulas de Lucrecia), los episodios parten de la comedia para abordar temas sociales de actualidad.
En primera instancia, y el que más ha trascendido pues fue el que hizo que la producción de la película fuese tan complicada y que la exhibición esté tan limitada, está el consumo irresponsable, y no, de estupefacientes. Con un mensaje explícito al final de la cinta –que edulcora irreversiblemente las intenciones–, que casi todos los personajes se droguen no lleva un sentido apologético sino de práctica normalizada todavía vista con hipocresía. Y lo plantea a partir del hecho de que la cinta tenga personajes de distintas procedencias y ocupaciones y no necesariamente disfuncionales.
Y en cada episodio va agregando algunos temas más aunque en la mayoría de casos la ejecución no sea la mejor. Aborda la maternidad tanto en el deseo aspiracional de ser madre como en el de punto controlador de la cohesión familiar ya de tiempo escindida (historias de la pareja swinger y de la mamá empecinada en vigilar al hijo adolescente ya adicto y hallado fumando marihuana en la escuela de directora conservadora), el acompañamiento gay de un escort pasado de lanza víctima del rencor de sus clientes, el recato social (historias de ama de casa y monja), la inaceptabilidad del paso del tiempo y los amoríos extramaritales, todos temas tratados ampliamente pero aquí con el añadido de los estupefacientes.
Lo que es rescatable de este filme mexicano, además de ser completamente independiente, es su irreverencia y arrojo para tratar el tema del consumo de drogas sin aventarse un discurso panfletario ni irse por el drama ni por las situaciones trágicas a consecuencia de, ni por el de la violencia cotidiana ni los cárteles. Las tragedias, cuando las hay en este filme, se dan por las decisiones cotidianas que no tienen que ver con el consumo.
El viaje de Keta cuenta con las actuaciones de Leticia Huijara, Patricia Reyes Spíndola, Laura de Ita, Alberto Estrella, Fabiola Campomanes, Regina Orozco, Daniela Schmidt, Mónica Huarte, Angélica María, entre otros.