El paquete – Crítica
El paquete se esfuerza por ser disruptiva y darle la vuelta a clichés del género de acción, pero se hunde en su propio caos.
El género de acción suele ser poco explorado dentro de la cinematografía mexicana; por ende, la maestría de sus recursos y triquiñuelas está lejos de dominarse. El paquete es un intrépido y trepidante intento por doblegar una técnica dominada en Hollywood aunque sin sus armas ni puntería. La ópera prima de Guillermo Iván está plagada de buenas –e irreverentes– intenciones, pero su falta de cohesión, sosiego y fineza, la eclipsan.
Por alguna extraña razón, el egresado de MIT, Matthew Booth (Michael Kingsbaker), se encuentra en Acapulco rodeado por policías, criminales y en compañía de la mujer de sus sueños (Ana Serradilla, en un rol de Sydney Bristow mexicana). El filme inicia en el clímax, para posteriormente hacer un recuento de cómo sucedieron los hechos que envolvieron al protagonista: un estadounidense en su camino a Nuevo México convertido en la mula de un misterioso paquete que aterriza en México.
Agencias de inteligencia estadounidenses, políticos extranjeros, criminales, espías y hasta policía local terminan envueltos en una trama caótica, narrada de forma convulsa. Es tanto lo que ocurre a cuadro que el mareo es inevitable. El paquete incluye narración en primera persona, uso de green screen, ruptura de la cuarta pared, una edición no lineal, secuencias con gráficos de videojuegos y otros recursos visuales con la aparente misión de saturar la pantalla.
La cinta se esfuerza por ser disruptiva y darle la vuelta a clichés del género. Por ejemplo, quien lleva la mano en las secuencias de acción y persecución es Adriana (Serradilla) no el protagónico masculino, como suele ocurrir en Hollywood. Matthew es más bien un “damiselo” en peligro que debe hallar su papel en la lucha y descifrar dónde está y qué es el mencionado paquete.
Ana Layevska, por su parte, también destaca durante las escenas cuerpo a cuerpo, pese al desarticulado movimiento de la cámara, pues la cinta presenta a dos personajes femeninos de imagen fuerte aunque no se profundice en ninguno de ellos. Ni siquiera en Matthew, quien, aunque habla mucho –literalmente durante toda la película– tiene un arco y desarrollo superficiales.
A través del personaje central, El paquete satiriza los estereotipos del género: el héroe, el villano, el político corrupto, la femme fatal (derivada del cine noir) pero tampoco los mejora; sólo son gags o contratiempos en la vida del protagonista, aunque en la tesitura del cine de Serie B, pues incluso los efectos especiales son problemáticos. Torea clichés sin aplomo, pero se deja llevar por otros más.
Aunque tiene buenas intenciones y hambre de originalidad, el enredado guion poco ayuda al desenvolvimiento de la historia. Entre sus puntos positivos resalta su inclinación por poner temas cruciales en la mesa, como la corrupción y la falta de ética de las asociaciones con la encomienda de encargarse de la seguridad nacional. Tristemente, la entrega final no es lo que se había ordenado.