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Cine

El club de los insomnes – Crítica

15-06-2018, 5:47:20 PM Por:
El club de los insomnes – Crítica

Cassandra Ciangherotti se muestra directa, sarcástica, enigmática y  proyecta fuerza interna cada que aparece en la pantalla. 

Cine PREMIERE: 4
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El insomnio suele ser un pretexto perfecto para crear experiencias fílmicas como los thrillers psicológicos para construir personajes con una errática personalidad o cegados por alucinaciones como en El club de la pelea, El Maquinista, Insomnia o Taxi Driver. Sin embargo, El club de los insomnes, ópera prima de José Eduardo Giordano y Sergio Goyri Jr. –quien incluyó un cameo de su papá– se escabulle de esta costumbre y hace su propia apuesta, una con mano ganadora.

La historia parte de la propia experiencia de los directores, quienes al sufrir este mal solían salir a las calles, ahí descubrieron todo un mundo nocturno alejado de los ya estereotipados peligros germinados en la oscuridad. Sus protagonistas son tres criaturas nocturnas que resguardan su falta de sueño en un pequeño universo: una tienda de conveniencia, de esas que decoran casi cada esquina de la ciudad. Danny (Cassandra Ciangherotti) es la cajera del turno nocturno de uno de aquellos establecimientos y cada noche recibe con sarcasmo, una sonrisa forzada o tal vez un chicle en la boca a Santiago (Leonardo Ortizgris). Pasan las horas observando a clientes y jugando Scrabble con un paquete de sopa de letras, al menos hasta que conocen a Estela (Alejandra Ambrossi), quien en un punto de quiebre personal, sacude su dinámica con su presencia y un considerable dilema.

En la película el insomnio se trata como un tema serio y se exponen los riesgos que acarrea, pero de fondo es una metáfora de los conflictos internos de los personajes; es la somatización de su intranquilidad emocional y en ello yace su aporte y diferenciador, pese a los convencionalismos de montaje de corte independiente que bañan al largometraje con silencios, tomas abiertas como para economizar tiempo de filmación y escenas largas.

Por encima de ello El club de los insomnes se alza como un viaje intimista y personal alimentado por un refinado humor negro gracias a las intervenciones de una Ciangherotti directa, sarcástica, enigmática y quien proyecta fuerza interna cada que aparece en la pantalla. Ortizgris y Ambrossi la complementan a la perfección como un par de individuos desorientados y difíciles de encasillar en el cliché por su interpretación verosímil y abatimientos realistas. La mayor parte del filme se centra en su interacción y reacción más que en elaboradas secuencias de acción.

Por ello el soporte narrativo es la relación interpersonal desatada entre este trío, a través del cual se le otorga visibilidad a personas usualmente invisibles –como los cajeros de cualquier tienda–. Las vuelve significativas para otros, rompe su rutina diaria y, en este caso, su aburrimiento y soledad nocturnal. Sin embargo, para darle forma a este microcosmos, donde ocurre la mayor parte de la película, se incorporan otras criaturas de la noche, algunas de las cuales se desempeñan con fluidez, mientras otras parecen innecesarias, fortuitas -como la del detonante del conflicto de Estela- o exageradas, pues incluso dan pie a diálogos estrafalarios. Irónicamente, es también gracias a dichos atrevimientos, los cuales funcionan la mayor parte del tiempo, y a su delicada manufactura, de donde emana su originalidad.

 

autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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