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Cine

Duna: Parte dos – Crítica de la película

29-02-2024, 8:30:00 AM Por:
Duna: Parte dos – Crítica de la película

Duna: Parte dos es una obra de belleza visceral que demuestra que los blockbusters de gran escala pueden ser emocionantes y maduros, ofreciendo una epopeya sci-fi cautivadora.

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Durante su visita a México como parte de la gira de promoción de Duna: Parte dos, el director, Denis Villeneuve, no dudó al decir que “nació para hacer esta película”. Desde luego, la afirmación, en cualquier otro contexto, pudo haber sido usada como una simple herramienta para enganchar al público al proyecto; una frase prefabricada. No obstante, viniendo del realizador quebequense, la honestidad era incuestionable. La segunda entrega de esta magna saga de ciencia ficción es un evento cinematográfico en toda la extensión del término. Cada pieza que lo conforma es un testamento del crecimiento del cineasta. Estamos ante un blockbuster, sí. Pero es uno que no sigue lo que se ha establecido en los últimos años cuando se habla de la realización de superproducciones.

Por mucho tiempo, se prometió que este regreso al universo creado por Frank Herbert, autor de la celebrada novela que es la base de esta adaptación, sería mucho más potente que la primera parte, en cuestión de espectáculo visual y narrativo. Vaya que lo es. Pero esa potencia no se incluyó sólo para asombrar a quienes están del otro lado de la pantalla. Tiene una justificación: la grandilocuencia del conjunto está al servicio de la historia y su desarrollo.

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Esta cinta tiene de todo. Se incluyen elementos de sci-fi dura, historia de amor, despliegue de acción, advertencia sobre los peligros del fanatismo religioso y, también, una protesta contra las constantes guerras que diariamente suceden en nuestro entorno por asuntos políticos. Sin embargo, entre tantas aristas, hay una que destaca y que tiene que ver con un tema esencial en el libro de Herbert. Se trata del poder y las formas en las que se puede, o no, utilizar para nuestro beneficio y el de los demás.

Queda claro por qué el realizador se autoimpuso el reto de trasladar esta epopeya de las páginas a la pantalla grande. Su cine, por lo general, se ha guiado por la máxima de enaltecer aquello que nos vuelve humanos, aun en medio de situaciones caóticas. Y ésta no es la excepción. Después de todo, el viaje de Paul “Muad’Dib” Atreides es uno de descubrimientos.

Tomando esto en cuenta, tiene todo el sentido retomar la historia del protagonista (Timothée Chalamet) cuando apenas está descubriendo cuál es su papel en un conflicto que tendrá implicaciones más grandes de las que él puede imaginar. Villeneuve y su coguionista, Jon Spaihts, se aseguraron de mantener intacto el suspenso de la primera parte. De a poco, Paul, acogido por los Fremen, descubre que puede lograr lo que se proponga si sigue sus instintos y si se entrega a esa fuerza latente en su interior.

Como nuevo duque de Arrakis –tras la muerte de su padre, Leto, y la toma hostil de su territorio por parte de las tropas del Emperador (Christopher Walken) y la antagónica familia Harkonnen, sus rivales–, y adaptándose de manera renuente a su rol como mesías de toda una población, el joven hace un viaje que inicia como una venganza, pero se convierte en aceptación de su destino. Los Harkonnen, buscando hacerse de nuevo con el control de la especia, lo despojaron de todo. Ahora, el protagonista se propone recuperar lo que le pertenece. En el camino, liderará un movimiento de liberación para numerosas personas que por mucho tiempo fueron oprimidas.

Crítica de la película Duna: Parte dos.

El largometraje funciona debido a la forma en la que se utiliza el lenguaje cinematográfico para adaptar una propiedad que parecía intocable e inadaptable. Filmada en formato IMAX con una elegancia que impone, la película Duna: Parte dos es un claro ejemplo de que, si los recursos ya están disponibles para ofrecer un visionado de alta calidad, no se deben desperdiciar. Se les tiene que sacar el mayor provecho.

Desde que las luces se apagan, la sala retumba, y el estruendo advierte que el tono de sci-fi que estamos a punto de presenciar es mucho más maduro que de costumbre. Villeneuve se aleja lo más que puede de aquello que vincule su trabajo con las características más especulativas del género. Es como si nos pidiera que nos asombremos y nos permitamos adentrarnos en su vasto universo suspendiendo la incredulidad, pero al mismo tiempo nos invite a aterrizar en la realidad.

Para ejemplo de esto, dos escenas. La primera, que no es spoiler porque se incluye un fragmento en los avances, es aquella en la que Paul finalmente monta un enorme gusano de arena, también llamado Shai-Hulud. Lo que vemos es de no creerse: la criatura se cierne sobre nosotros salpicando arena, y el protagonista nos contagia su éxtasis. La emoción nos invade. No obstante, hay algo en la fotografía de Greig Fraser –duplicando la fastuosidad de las tomas deslumbrantes de la primera entrega–, y en las melodías electrónicas y melancólicas de Hans Zimmer que nos llena de paz y nos recuerda que somos muy pequeños en comparación a lo que llega a nuestros ojos.

La segunda, que también ya se dio a conocer, involucra una estridente batalla en un coliseo de Giedi Prime, el planeta natal de los Harkonnen. Presentada en blanco y negro –el propio director ha dicho que este efecto se hizo directo en cámara con lentes infrarojos y no en postproducción–, todo lo que vemos en los encuadres provoca euforia. Desde el vitoreo incesante de una multitud enardecida, hasta los ataques con cuchillos de la pelea. Y nosotros mantenemos la calma. A pesar de que queremos gritar, las imágenes nos mantienen serenos.

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Con lo anterior, se puede decir firmemente que la existencia de la cinta es un caso raro. Como pocas veces, se entiende la decisión de dividir una historia para que las ideas de la novela original se pudieran comunicar sin deformarse. El metraje se toma su tiempo para dejar claro que el viaje de Paul no es sencillo. Resulta verdaderamente fascinante presenciar la transformación del personaje, capturada con imponente histrionismo por Chalamet.

Los responsables de la producción nos llevan de la mano, presentándonos villanos y aliados que componen el ensamble y que también atravesarán muchos cambios. Está la decidida Chani, interpretada con intensidad por Zendaya, el brutal e intuitivo Feyd-Rautha, encarnado por Austin Butler, el carismático y divertido Stilgar, de Javier Bardem, la ceremoniosa princesa Irulan, de Florence Pugh, y la etérea y sabia Lady Jessica, traída a la vida por Rebecca Ferguson. El arco de cada personaje es importante para comprender mejor el embrollo que se desenvuelve frente a nosotros. No hay algo que no capte nuestra atención.

Aunque la película Duna: Parte dos esquiva con eficacia las trampas de muchas propuestas comerciales, tampoco es como que Villeneuve no haya honrado la teatralidad y misticismo de todo el universo de Herbert. Vamos, hay un dejo de psicodelia sesentera con algo de surrealismo. También se percibe un intento por enmarcar el conjunto en una estructura operática. Las batallas y las explosiones se plasman con una escala que ya no se veía desde producciones épicas de antaño. Claro está, con una sensibilidad moderna.

Así, es fácil comprender por qué el realizador afirmó que estaba destinado a levantar esta cinta. Todo está diseñado y calibrado para ofrecer una experiencia que da origen a lo que sin problema podría llamarse “belleza visceral”. Nuestros sentidos son atacados, pero estamos en trance y queremos más. Curioso que uno de los grandes estudios se atreviera a darle luz verde a algo que reconfigura el género en tantos aspectos. Una exploración honesta y abierta de las áreas grises del poder que, por si fuera poco, demuestra que los relatos en extremo ambiciosos siguen conectando con el espectador. Balance perfecto que quedará para la historia. Un sueño que para un cineasta comenzó hace años, pronto se convertirá en referente obligado para una nueva generación.

autor Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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