Cuidado con lo que deseas – Crítica

Un vertedero de obsesiones creativas que logra mantener lo mejor de cada género que toca.
Por definición, un homenaje es una celebración o muestra de respeto hacia alguien o algo. Al ver Cuidado con lo que deseas, se vuelve evidente para el espectador que el proyecto es precisamente eso: desde sus primeros segundos –con una muy bien lograda secuencia en primera persona que recuerda a la apertura de Halloween (1978)– se envía ese mensaje de manera clara y concisa.
Esta primera secuencia es una advertencia de que la película fue hecha con el afán de homenajear el trabajo de aquellos realizadores que a mediados de los 70 y gran parte de los 80, se dispusieron a sacarle a la audiencia varios gritos desesperados de horror.
Cuidado con lo que deseas es el tercer largometraje comandado por el coahuilense Agustín Tapia (después del documental Los días sin Joyce y la comedia negra Club Eutanasia). La película nos cuenta la historia de Pam, una tierna niña de 8 años que compensa su dulzura con un peculiar hobby, pues disfruta de viejas y oscuras películas con temática sobrenatural.

Pronto será el cumpleaños de la pequeña, así que su familia planea llevarla a festejar en una casa en el bosque que solía pertenecer a su abuelo. Una vez ahí, la joven recibe un regalo que se adecúa a la perfección a sus espeluznantes gustos: un antiguo muñeco de porcelana con forma de bufón que esconde un sombrío secreto. Con la llegada del juguete, iniciará una espiral de mentiras, traiciones y crímenes.
Tan sólo con esta premisa, es fácil darse cuenta de que durante toda nuestra estadía estaremos sujetos a una constante batalla de ideas que, aunque de vez en cuando parecen contraponerse y no combinar del todo, en realidad no funcionan nada mal en conjunto.
La principal de estas improbables mancuernas es la de la grandilocuencia y el minimalismo. Si bien desde el inicio nos quedó claro que Cuidado con lo que deseas sería una oda al cine que hacía maravillas con presupuestos apretados, poco a poco la propuesta se va tornando más ambiciosa y la idea inicial se diluye. Una vez que cruzamos el imponente portón de la vivienda donde se llevará a cabo el festejo, el director no puede evitar darse ciertos lujos al ir desarrollando la trama.

Otro ejemplo de esta deliberada y caprichosa –pero efectiva– mezcla está en las decisiones que se tomaron con todo lo que respecta al elenco. De entrada, es importante mencionar que el filme únicamente cuenta con cuatro protagonistas, siendo estos los integrantes de la familia antes mencionada, cuyas interpretaciones corren a cargo de Fernanda Castillo (Nuria, la mamá), Iván Arana (Esteban, el tío), Juan Ríos (Bernardo, el papá) y la debutante Valery Sais (Pam, la pequeña).
El reducido número de reclutamientos histriónicos se intenta justificar vagamente con un breve diálogo y, aunque en un primer momento esto se siente un tanto inverosímil y fuera de lugar, poco a poco el detalle se va olvidando gracias a las destacables actuaciones de Fernanda Castillo e Iván Arana. La actriz, con escuela teatral, se despoja de sus reconocidos tintes cómicos para entregar un rol aguerrido e inquietante, mientras que su colega en todo momento refleja una intensa y macabra locura que mantiene la tensión mientras los minutos pasan.
Si acaso el único elemento que flaquea medianamente es la forma en la que el guion, escrito por el propio Tapia, lleva a los personajes a través de las consecuencias de sus decisiones. El hecho de que una niña sea testigo de las turbulentas relaciones de los mayores, aun cuando esto muchas veces llega a suceder en la realidad, no cuadra del todo.

Lo cierto es que, al ver Cuidado con lo que deseas, queda un buen sabor de boca porque, después de un atrapante tercer acto que explota de manera visceral, vertiginosa y visualmente cruda, salimos de un vertedero de obsesiones creativas que logra mantener lo mejor de cada género que toca. Del terror al thriller, pasando por el true crime, ésta es una propuesta fresca, hecha desde la trinchera de la admiración.
