Eddie Reynolds y los Ángeles de acero

Un reparto bien aprovechado, en una trama que se queda corta frente a su premisa.
La historia de un grupo de rock que a 30 años de haber desaparecido tiene la oportunidad de reunirse y cosechar un último éxito cuando un famoso músico descubre una de sus viejas canciones y decide comprar los derechos para hacer un cover, es lo que sirve de base para esta comedia de fórmula. Aún así, la cinta funciona por el carisma y oficio –que no es poco, por cierto– de un bien aprovechado reparto, que conjuga veteranos consagrados como Damián Alcázar y Dolores Heredia, con talentos juveniles como Paulina Gaitán y Vico Escorcia.
Temas como el choque generacional, la búsqueda de la redención profesional y el reencuentro con los cómplices de juventud, amén de las implicaciones del contexto musical mexicano, que están incluidos en la trama y que podrían haber dado pie a una aventura agridulce, disparatada y al mismo tiempo aguda y reflexiva, quedan solo como vagos apuntes de un vehículo de entretenimiento ligero, con cierto dejo de nostalgia. La química entre los actores es el principal acierto y en base a lo cual ofrece momentos muy divertidos y a veces hasta ingeniosos, pero es una lástima que el discurso sea débil y al final deje la sensación de que podría haber sido algo más que sólo una película de buena manufactura para pasar el rato.
