El séptimo hijo
Aunque el CGI y efectos especiales de The Seventh Son son sólidos, su guión está saturado de clichés. Actúan Jeff Bridges, Julianne Moore y Kit Harington.
Si El séptimo hijo (The Seventh Son) tiene un punto a su favor, ése es su elenco, al menos en el papel. Significa el reencuentro en pantalla de Jeff Bridges y Julianne Moore desde aquella película de 1998, El gran Lebowski (The Big Lebowski), ambos multinominados al Oscar. En el mismo club está Djimon Hounsou –2 veces contendiente a la estatuilla– a quien se le suman Kit Harington, a.k.a. Jon Snow en Game of Thrones, Alicia Vikander y Ben Barnes, mejor conocido como el príncipe Caspian.
A primera vista, el elenco se vislumbra prometedor y parecería adecuado para reforzar el mundo fantástico y de hechicería que se desprende de la novela de Joseph Delaney, El aprendiz del espejo (The Spook’s Apprentice). Sin embargo, aunque guarda ciertas semejanzas con Harry Potter –los antagonistas recuerdan a los mortífagos– al final se acerca más a la fallida El aprendiz de brujo (The Sorcerer’s Apprentice).
De hecho, el argumento es bastante similar al de la cinta del 2010 protagonizada por Nicholas Cage y Jay Baruchel. Tenemos a un mentor que debe entrenar en poco tiempo a un elegido para acabar con fuerzas malignas. Aquí Bridges es el maestro Gregory, un caballero que tiempo atrás encerró a la bruja más peligrosa de todas: la madre Malkin (Moore). Gracias a la luna roja que se aproxima, fenómeno que ocurre una vez cada siglo, la demente mujer podría escapar y buscar venganza, armada con un fuerte ejército. Gregory debe encontrar al séptimo hijo de un séptimo hijo para que le ayude a derrotarla.
Pero Bridges está muy lejos de ser ese dude carismático y vago desempleado que alguna vez le conocimos. En el filme de Sergey Bodrov luce sobreactuado. Tanto él como sus compañeros de elenco luchan por hacer creíble las frases gastadas que componen los diálogos, pero sencillamente no lo consiguen –y si ellos no pueden, nadie lo lograría. En especial porque la dirección se decanta por una historia épica pero termina siendo innecesariamente dramática o en ciertas escenas se esfuerza por ser cómica y tampoco lo consigue. Buena parte de sus punch lines son fallidas o se reiteran hasta el cansancio. Pero más allá de los yerros en la dirección actoral, el guión es el mayor problema. No sólo está saturado de clichés, sino que los “giros” se ven venir a kilómetros de distancia.
No obstante, llama la atención el renglón visual. El CGI es sólido y los efectos visuales avasallantes, incluso el manejo del 3D ofrece un poco más que la tradicional pirotecnia. Lástima que es insuficiente.