El Gran Hotel Budapest – Crítica de la película
En El gran Hotel Budapest, Wes Anderson presenta una de sus historias más originales y emocionales, con su sello particular. Ralph Fiennes es inigualable.
Wes Anderson regresa con El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel), una película que envuelve todos los elementos que conocemos del cineasta, pero con un humor mucho más fluido que sus predecesoras.
Inspirada en los escritos de Stefan Zweig, la historia está ambientada en la ficticia República de Zubrowka en el año 1932, justo antes de que comience la guerra. Es ahí donde conocemos a Monsieur Gustave H. (Ralph Fiennes), el concierge del Hotel Budapest y al lobby boy, Zero Moustafa (Tony Revolori). La trama se desenvuelve a partir de la muerte de una huésped del hotel y la acusación de que Gustave es el culpable.
No sería descabellado establecer que El Gran Hotel Budapest es la película más Wes-Andersoniana de todas las que ha hecho el director. Cada uno de los elementos que le conocemos, está presente; desde sus simétricos encuadres, hasta el comic timing de sus actores, la particular paleta de colores y la personalidad extravagante de los personajes.
Película, El gran Hotel Budapest
e agradece que el director se mantenga fiel a su estética, porque en éste, su octavo largometraje, demuestra una maestría y originalidad que pocos cineastas llegan a tener en toda su carrera. Pero lo más sobresaliente, es que Anderson nunca cae en una parodia de él mismo o de sus obras previas, porque a pesar de que su estilo visual se mantiene constante, cada encuadre demuestra originalidad.
La historia en la que se basó el guión, fue co-escrita por el director y el ilustrador británico Hugo Guinness, quien trabajó en el material gráfico de Los excéntricos Tenenbaum y Vida acuática con Steve Zissou. Esta colaboración con Guinness –quien fuera copywriter en una agencia de publicidad– le imprimió un humor tanto palpable como sutil a este filme.
Pero lo más importante: la trama es original, y es que nunca es predecible y mantiene a la audiencia adivinando qué vendrá después. Todo esto, acompañado del score de Alexandre Desplat, provee una experiencia cinematográfica con la que no es usual toparte.
Película, El gran Hotel Budapest
El elenco, es otro punto a favor de El Gran Hotel Budapest, aquí no sólo vemos a un Ralph Fiennes con una habilidad cómica que no había sido explotada antes –no estaríamos en contra de verlo en más comedias, si el resultado es algo similar a lo logrado con M. Gustave H.–, el resto del elenco también se siente cómodo con sus papeles. Desde Adrien Brody como un envidioso heredero hasta Willem Dafoe como un matón, Jeff Goldblum como un abogado o Saoirse Ronan como Agatha, el interés amoroso de Zero (Tony Revolori), y quien incidentalmente tiene una marca de nacimiento con la forma de México, en la mejilla. Pero la buena interpretación de cada uno de los actores –más los grandes cameos que hay–, no podría existir sin una sólida base.
El guión de El Gran Hotel Budapest delinea muy bien a sus personajes, les da limitaciones y fortalezas, pero sobre todo, son emocionales, y esto crea inevitablemente resonancia con la audiencia.
El Gran Hotel Budapest es una reflejo de quién es Wes Anderson como artista, director, escritor y productor. Al ver el producto final, es evidente que no se limita al realizar sus proyectos, él hace lo que le gusta y sabe lo que hace. Y como lo dice la calificación, a nosotros nos gusta lo que hace.