Después de la Tierra
La nueva película de M. Night Shyamalan entretiene por el carisma de Will Smith, pero no hace lo mismo por su hijo Jaden Smith.
A estas alturas, el mayor enemigo que tiene M. Night Shyamalan es su propia filmografía. Quienes han seguido la carrera del director saben que El fin de los tiempos (The Happening) y El último maestro del aire (The Last Airbender) destruyeron todo lo que había logrado con sus primeros trabajos, sin embargo la crítica en Estados Unidos parece haber encontrado en Shyamalan su objeto de odio.
Will Smith leyó una historia en una revista sobre un padre y un hijo que sobreviven a un accidente aéreo y lo modificó, junto con Shyamalan, para que fuera desarrollada 1000 años en el futuro donde él, junto con su hijo Jaden, deben sobrevivir en un planeta hostil antes conocido como Tierra.
Se percibe la poca mano de Shyamalan al momento de adaptar la historia de Smith, así mismo no hay un sello específico –salvo algunos guiños en las tomas que nos recuerdan a La aldea o flashbacks tipo Señales– pero Después de la Tierra no podría ser más sencilla, va del punto A al B… y literal, Jaden Smith debe ir del punto A al B.
El corazón de la historia está en la confianza que debe tener el padre para el hijo, mientras que el pequeño busca su aprobación, no hay más. Will Smith logra una actuación natural y creíble como Cypher Rage, un hombre frío pero letal a la hora de librar las más terribles amenazas. El obstáculo está en que Después de la Tierra depende una gran parte en su hijo Jaden Smith, quien no goza del carisma y experiencia que su padre. Otra historia habría sido si en algún momento los papeles se intercambian à la Freaky Friday y de pronto Jaden estuviera en el cuerpo de su papá y él (Will Smith) hubiera sido el que aparece la mayor parte del tiempo en pantalla
Es gratificante ver películas de ciencia ficción que emplean tecnología que podríamos disfrutar en un futuro y Después de la Tierra no es la excepción, con tabletas de pantalla flexible que se enrollan cual pergamino o trajes que se adaptan a la temperatura exterior. La película no pretende pasar a la historia, es un vehículo de entretenimiento, una cinta de verano cuyo objetivo es entretener no descubrir el hilo negro, porque inclusive siendo M. Night Shyamalan, no hay un giro al final de la trama y es probablemente lo que necesita la carrera del director hindú: un gran twist que logre recuperar a la audiencia y a la crítica que ha ido perdiendo.