Ruby La chica de mis sueños
Un argumento único no necesariamente da como resultado una película original, y Ruby Sparks lo confirma.
No se puede negar que la premisa Ruby Sparks La chica de mis sueños suena bastante atractiva y original, como si hubiera sido extraída de la mente del guionista Charlie Kaufman: ¿Qué pasaría si la chica que has idealizado en tu imaginación un día cobrará vida? Pero la realidad es que esta película fue escrita por Zoe Kazan, quien recientemente obtuvo una nominación a Mejor guión en los premios Spirit Award –los cuales reconocen a los cineastas independientes.
La trama sigue a Calvin (Paul Dano), un exitoso escritor, quien tras crear a Ruby Sparks (Zoe) en su sueños –sí, de ahí el mal título en español–, ella aparece en su casa. A partir de ese momento ella se convierte en su musa y protagonista de su siguiente novela, así, por medio de lo que el autor escribe, puede controlar cada una de sus acciones y estados de ánimo. Sin duda, esta cinta, que marca el regreso de los directores de Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris), es una bocanada de aire fresco, pues siempre se agradece ver una cinta que parte de una idea original.
El trabajo además posee un encanto especial, en gran parte se debe a la química entre Paul y Zoe –quienes en la vida real son pareja–, ella interpreta a la típica chica geek-adorable –sí, muy al estilo de Zooey Deschanel, el vestuario lo delata un poco– y él da vida al neurótico controlador; pero al final, son actores como Annette Bening o Antonio Banderas son quienes terminan por inyectar el carisma necesario a este proyecto.
Ciertamente desde el elenco, la banda sonora y hasta la fotografía, uno puede detectar las ambiciones del trabajo por conseguir un lugar junto a cintas como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos o 500 días con ella, lo que es lo mismo: salir del estereotipo de la clásica comedia romántica y quedar en la memoria del público. Pero si comparamos Ruby Sparks con ellas, el guión se queda corto y termina por convertirse en una película más sobre amor y desamor, repleta de situaciones comunes. En el primer acto se juega con el argumento de cómo Ruby cobró vida –aunque nunca se pretende establecer un razonamiento lógico al respecto– y la salud mental del escritor, en la segunda parte, esto queda olvidado y la cinta cae en los dilemas de tener expectativas y querer controlar a alguien, para al final volver a retomar esos elementos “fantásticos” (por definirlos de algún modo).
Aun con su premisa tan original, buena dirección y elenco, la cinta termina por caer cada una de las situaciones comunes dentro del género, lo cual la hace perder ese lugar junto a las anteriormente cintas mencionadas, sin embargo, nos deja a la expectativa de lo que Zoe podría lograr como una guionista en un futuro.
