Sombras tenebrosas

Acierta en su humor y estilo visual, pero pierde en su desarrollo de personajes.
La última vez que vimos el trabajo de Tim Burton como director fue en Alicia en el País de las Maravillas (2010), una película que recibió opiniones encontradas con la crítica y audiencia. Es así que su siguiente propuesta estaba repleta de expectativa, no sólo por ser basado en un material prexistente –la serie de televisión setentera homónima–, sino porque lo reunía con su actor de cabecera: Johnny Depp. Muchos podrán decir que esta dupla ya se siente cansada, sin embargo esta unión es uno de los grandes aciertos del filme. El comic timing del actor es impecable y la comodidad con la que interpreta a su personaje es absolutamente natural.
La historia sigue a Barnabas Collins (Depp), un hombre que es convertido en vampiro por la bruja Angelique Bouchard (Eva Green), que es enterrado por dos siglos y que accidentalmente es liberado en 1972. Así, se dará a la tarea de recuperar la vida que tenía y ayudar a que el negocio familiar prospere junto con sus descendientes y empleados, entre los que encontramos a Michelle Pfeiffer, Chloë Grace Moretz, Helena Bonham Carter y Jackie Earle Haley.
Y si bien cada uno de los actores logra un buen trabajo a nivel histriónico –una muestra también de la buena labor de Burton–, la falla principal está en el desarrollo de los personajes, pues a lo largo de sus 113 minutos nunca se siente una conexión real con ellos. Pero más que un error del cineasta, éste proviene directamente del origen, del guión de Seth Grahame-Smith (autor de Abraham Lincoln: Vampire Hunter y Pride and Prejudice and Zombies). El escritor intentó abarcar a tantos personajes y pequeñas historias, que no le dio la importancia necesaria a su protagonista, por lo que el destino de éste al final da lo mismo para la audiencia. Ni siquiera el carisma de Johnny Depp puede cambiar esto.
En contraparte, el guión acierta en el humor que maneja, pues combina momentos de genuina comedia con el clásico humor negro al que nos tiene acostumbrado el cineasta. Sin embargo, la mayoría de los chistes los utilizaron en el trailer… una pésima decisión. Y si bien se logra un equilibrio entre los diversos elementos que caracterizan una película de Tim Burton, en el tercer acto hay una secuencia en particular que se sale de control. Para no spoilear nada, sólo les adelantaré que involucra una pelea, pero el problema esencial de la escena es que todo es tan excesivo y ocurre tanto al mismo tiempo, que resulta contraproducente para el ritmo de la cinta.
Sin embargo, el estilo visual de Burton está presente, lo cual saciará a los fans, pues en ningún momento queda duda de que sea una de sus películas. Pero éste quizá sea el punto más controversial, porque al final no podemos evitar cuestionarnos si Tim Burton ha caído en un círculo vicioso donde sólo muestra en la pantalla grande lo que se supone debe de mostar, en lugar de explorar más allá, fuera de su zona de confort.
