Una familia con madre – Crítica
La comedia negra que tiene como protagonista a una familia entera suele ser una fórmula probada en el cine mexicano. Lamentablemente, en Una familia con madre, casi todo lo que podría fallar… falla.
La madre viuda de un clan familiar ha convocado a toda su descendencia por su cumpleaños. Uno a uno, hijos y nietos aparecerán en la puerta a lo largo de la mañana, exceptuando a una figura arquetípica: la tía soltera que parece vivir dedicada al cuidado abnegado de la madre, pero que, sin duda, espera que ya no despierte para reclamar el trozo más grande de la herencia. A una y a otros les espera una sorpresa lúgubre al llegar a la celebración. Si así se le puede llamar al temerario acto de reunir a una familia mexicana bajo el mismo techo, esperando que todos salgan vivos de ahí.
Pocos espacios temáticos son más recurrentes en la filmografía mexicana que las familias y sus conflictos. Varias décadas antes de Los Simpson, de las novelas de Jonathan Franzen o de las tragedias corales de Michael Haneke, guionistas y cineastas mexicanos ya habían ensayado todas las tonalidades posibles para explorar la histeria y la ponzoña al interior de las casas familiares. Desde Una familia de tantas a Nosotros los pobres (y los Nobles), Cuando los hijos regresan, La casa de las flores o Mecánica nacional, nada parece haber inspirado más a guionistas y cineastas que los conflictos derivados de reunir a padres e hijos, hermanos y hermanas o maridos y mujeres.
Esa tradición profundamente hispánica, que con casi el mismo argumento encontramos en Argentina (Esperando la carroza, de Alejandro Doria) o en España (Mamá cumple cien años, de Carlos Saura) es el bagaje que da soporte a Una familia con madre, una comedia en clave de farsa que pretende explotar los tópicos más trillados de la desunión familiar.
Sus protagonistas son cuatro hermanos (Arcelia Ramírez, Rodrigo Murray, Pilar Ixquic Mata, José Daniel Figueroa) que acuden a la casa materna para celebrar el cumpleaños de la abuela (Tara Parra), con algunos invitados: Espe, la trabajadora doméstica con secretos bajo el delantal (Gabriela Cartol, magistral en La camarista y sobreactuada hasta el desconcierto aquí), el tío cura (Juan Carlos Barreto) y una sorpresa que es la única nota alta de la película: el obispo corrupto y hedonista. Éste último es interpretado con brío y gran vena cómica por Héctor Bonilla, en una de sus mejores interpretaciones recientes.
Para su segundo largometraje de ficción, Arroyo, prolífico realizador de cortometrajes, recurrió a dos amigos de juventud bien posicionados en la industria: el fotógrafo Serguei Saldívar Tanaka (Desierto adentro, Bajo la sal, Obediencia perfecta) y el compositor Alejandro Giacomán, autor de scores como La mujer de Benjamín. Casi no hay rastro de esos trabajos previos en la factura de Una familia con madre: la fotografía es policromática sin necesitarlo, los emplazamientos de la cámara son extraños, el ritmo de la edición no logra encontrar un punto medio (a veces es veloz hasta el hartazgo, a veces se demora en secuencias que no lo ameritan) y el exceso de música explicativa termina por opacar la vena cómica natural de buena parte del elenco.
Hay que esperar hasta la tardía aparición de Bonilla para que el guion vuelva a tomar cauce, pero para entonces, ya solo quedan 20 minutos de metraje, y hay poco que salvar. Una familia con madre falla dos veces: como comedia de arquetipos y como representación crítica de los vicios de sus podridos personajes. Lo primero, porque la farsa tendría que operar como un caos controlado que, bajo la apariencia de desparpajo accidental, esconda un timing bien medido, pero aquí, el desparpajo y el accidente quedan a la vista sin que haya nada detrás.
El segundo, porque el torpe y atribulado desarrollo de cada personaje los hace tomar decisiones inexplicables que contradicen una y otra vez. O dicho de otro modo: los buenos pasan a ser villanos y viceversa, los enemigos se reconcilian y los planes se arman y se desarman de acuerdo a las necesidades de las bromas, y no de la lógica más elemental.