Un viaje extraordinario (The Mercy) – Crítica
Una historia intrigante, y como el título lo adelanta, extraordinaria, que desafortunadamente naufragó en la ejecución por no atreverse a explorar con mayor profundidad el aspecto psicológico.
La historia real del navegante aficionado Donald Crowhurst ha intrigado y dejado perplejo al mundo durante décadas. Primero fue en papel, con los periódicos que contaron su extraña travesía en tiempo real en los 60, para después pasar por libros y un documental en 2006 titulado Deep Water. Ahora, curiosamente, dos largometrajes se han dado a la tarea de contar esta historia verídica en la pantalla grande: Crowhurst en 2017 y Un viaje extraordinario en 2018. Un viaje extraordinario es la versión de los hechos del director nominado al Oscar James Marsh (La teoría del todo) de un guion de Scott Z. Burns (Contagio).
Es el año de 1968 y el ingles Donald Crowhurst (Colin Firth), un novato de la navegación decide competir en la carrera del periódico Sunday Times que consiste en navegar en solitario alrededor del mundo sin hacer paradas por un gran premio de £5,000 libras. Con el apoyo de su esposa Clare (Rachel Weisz), sus hijos –y toda Inglaterra– el novato cuya experiencia se resume a viajes en yate de fin de semana parte hacia el océano Atlántico abordo de su inestable trimarán llamado Teignmouth Electron. Muy pronto, se da cuenta de las dificultades y peligros a los que se enfrenta en mar abierto, y lo que comenzó como una misión por lograr el mejor tiempo y ganar la carrera, pronto se convierte en un lucha por mantenerse con vida y mantener su sanidad .
Crowhurst es presentado como un soñador de buenas intenciones al principio de la cinta. Motivado por el deseo de promocionar el Navicator, un aparato de navegación GPS que inventó en el garage de su casa, Donald se convence a sí mismo de que participar en esta carrera es la solución para aumentar las ventas y salvar su negocio. Algunos minutos y unas cuantas escenas después, Crowhurst ha logrado hipotecar su casa, construir un precario trimarán, conseguir patrocinios y el apoyo de la prensa y comenzar el viaje. La cinta, al precipitarse en la construcción de la premisa y su protagonista, no nos otorga un contexto psicológico ni narrativo lo suficientemente rico para justificar y entender las acciones tan extremas del personaje, y esta búsqueda personal que obviamente va más allá de tener un negocio exitoso. Así, tal y como Donald Crowhurst, la audiencia aún no esta lista para embarcarse en semejante aventura.
Esta ambigüedad acerca del personaje continúa cuando Donald se mete en una red de mentiras sobre el progreso del viaje. Mientras su familia y el resto del mundo cree que será el ganador de la carrera, poco a poco él empieza a perder la cordura durante la difícil y solitaria travesía, y registra sus pensamientos erráticos en un diario. El director James Marsh explora estas bitácoras de viaje, extrañas frases sin sentido, poemas y citas para proponer un perfil del psique del protagonista, pero no se adentra lo suficiente en este interesante aspecto. Por supuesto, Donald es un enigma y es solo a través de las piezas (en forma de 25,000 palabras, para ser exactos) dejadas en su diario que se puede armar una frágil idea de lo que vivió. Sin embargo, la cinta carece de profundidad en este aspecto lo cual distancia al espectador de la historia y el personaje.
Esta cinta no debe confundirse por un relato heroico que te levanta el espíritu; es un tragedia y una experiencia que puede resultar incómoda y hasta claustrofóbica. Curiosamente, este aspecto es una de las mayores fortalezas del filme, ya que funciona como un detonante que saca al espectador de la monotonía temática del cine comercial. Esta oscuridad, aunque parezca contradictorio, resulta refrescante. Complementando este aspecto positivo de la cinta se encuentran las actuaciones. La interpretación del galardonado Colin Firth es simplemente espectacular en el papel de este hombre que vive en el limbo entra la fantasía, los sueños y la dura realidad. La transformación física y mental del actor son el móvil que transmiten la historia, y el mayor acierto de la película.
Un viaje extraordinario presenta, verdaderamente, una historia extraordinaria. Pero también presenta una historia que perdió parte de su potencia natural y naufragó por no atreverse a escarbar más profundo en el aspecto psicológico.