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Cine

Amante fiel (L’Homme Fidèle) – Crítica

16-08-2019, 11:58:46 AM Por:
Amante fiel (L’Homme Fidèle) – Crítica

El actor y director Louis Garrel ofrece una interesante visión de la masculinidad en tiempos actuales a través de Amante fiel.

Cine PREMIERE: 3.5
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A pesar de la paradoja, y más allá de la pretensión que encierra la frase, el error más grave de Amante fiel es al mismo tiempo la mayor de sus virtudes. En pocas palabras, se trata de una película que nunca acaba por encaminarse en el tono que parece buscar, pero que es allí, en el intento –incluidas las inquietantes ocasiones en las que se detiene a la orilla entre un género y otro–, donde consigue despertar un interés auténtico en quien la ve.

Louis Garrel, a quien el espectador no tardará en reconocer como el hermano misterioso y con inclinaciones incestuosas en Los soñadores, de Bernardo Bertolucci (2003), tiene al menos el tino de no pretender ir más allá de donde puede en esta cinta que dirige y además protagoniza. La narración es corta, concisa, y se construye a partir de un sinnúmero de elipsis y la participación de tres voces en off.

un hombre fiel

La película se cuestiona qué pasa cuando una relación se termina abruptamente, pero el amor aún continúa.

Amante fiel cuenta los agridulces estados amorosos por los que Abel (Garrel) transita en dos tiempos: el primero dura poco –es casi apenas un planteamiento– y ocurre cuando su novia Marianne (Laetitia Casta) lo deja por Paul, un amigo en común de quien supuestamente espera un hijo. El segundo ocupa casi todo el metraje y arranca con la muerte de Paul algunos años después. A partir de ese hecho Abel se reencontrará con Marianne, pero también con Eve (Lily-Rose Depp), aquella pequeña hermana de Paul que ahora ha crecido y quien siempre ha estado enamorada de él en secreto.

Pese a su encanto natural –su aura melancólica es tan inquietante como invariablemente francesa– y de tratarse de un hombre de buenos sentimientos, la constante de Abel a lo largo de la película es una inseguridad galopante. Son los acontecimientos de la vida los que lo mueven, y no al revés. En este sentido, el moméntum de la película es atinadísimo, pues hace un retrato sugerente del desconcierto –o acaso, la pasividad– en el que ha quedado sumida la masculinidad, o al menos una idea particular y específica de la masculinidad, en la era post Me Too.

hombre fiel

El protagonista de Amante fiel está atrapado en un triángulo amoroso entre dos mujeres: la que ama y la que cree que podría amar.

Incapaz de hacer daño, o incómodo con la mera idea de provocar contrariedades en aquellas mujeres a las que ama, Abel es la antítesis del seductor mandón y barnizado de testosterona que pobló el cine galo –y, ciertamente, de todo el mundo– desde los inicios del cine y hasta hace prácticamente un lustro. Si bien, aunque su atractivo aparentemente reside en la inacción y el sorteo de responsabilidades, hay algo en él que funciona, que gusta y que uno como espectador condona y aprueba.

Se nota que Garrel vio mucho a Woody Allen antes de coescribir esta historia pequeña y que ha repasado varias veces algunos de los mejores títulos de la copiosa comedia romántica francesa, pero sobre todo que ha estado muy atento a lo que sucede alrededor suyo desde el punto de vista social. Amante fiel quizá sabría a menos si no fuera por la sólida actuación que tanto Casta como él brindan en cada encuadre. Es muy prematuro aún afirmar si Depp posee al menos una fracción del talento de su padre, pero su frescura es innegable y cuaja a la perfección con relatos como el contado. Habría que decir, además, que el parecido con su famoso progenitor, al menos el de la mitad superior de su rostro, puede resultar inquietante.

un hombre fiel

Lily-Rose Depp representa una visión del amor idealizado y romantizado.

Bastante loable es también el trabajo de Joseph Engel, encargado de encarnar a Joseph, el hijo de Marianne. Es él quien propicia las secuencias más humorísticas pero también dramáticas de Amante fiel, y acaso es el personaje más maduro y sensato de los que aparecen a cuadro.  En suma, no se trata de una cinta imponente, pero se ajusta sin problemas a la tradición de buen cine que Francia acostumbra brindar. Garrel, en todo caso, puede considerarlo un triunfo personal y seguramente no tardará en conseguir los fondos necesarios para comenzar a rodar su tercer largometraje.

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