Última noche – Crítica de la película
La película es una comedia negra de terror navideña difícil de describir, pero con un encanto único y profundamente aterrador.
A decir verdad, no hay ninguna regla establecida que impida el estreno de un filme ambientado en Navidad en cualquier época del año. Sin embargo, resulta curioso que en vísperas de este año nuevo podamos disfrutar de Última noche, una película de comedia negra y terror navideña difícil de describir, pero con un encanto único y profundamente aterrador.
Última noche, ópera prima de la cineasta británica Camille Griffin, es inesperada, pero si habría que explicarla con mayores detalles diríamos, entonces, que es una película apocalíptica navideña con ciertas reminiscencias a Melancolía, de Lars Von Trier. ¿Qué puede salir mal durante una reunión entre amigos en la cena de Navidad? Absolutamente todo.
Una de las principales cualidades de Última noche tiene que ver con la capacidad de su directora para fusionar géneros. Así construye una elegante comedia inglesa tan divertida como depresiva. Es decir, la película funciona gracias a esa constante disrupción entre el drama y la comedia. Como público no sabemos si reír o llorar y viceversa, pero lo disfrutamos por igual. Última noche se da a conocer como una típica comedia familiar. Pero poco a poco se convierte en un relato deprimente y retorcido, pero que nunca pierde una pizca de sátira, ironía y humor negro.
Desde el inicio resulta bastante desconcertante escuchar villancicos y música de la temporada como “Silent Night”, de Michael Bublé o “Feliz Navidad”, de José Feliciano; mientras los invitados a la cena navideña comienzan a aparecer en pantalla con varios secretos de por medio. De repente, el terror comienza a impregnarse a cuentagotas entre los invitados. Ellos, conscientes del trágico final, se apuntan entre sí para revelar sus más oscuros instintos y pensamientos.
Keira Knightley y Matthew Goode (Downton Abbey; The Crown) son perfectos como anfitriones. A su vez, la película cuenta con las actuaciones de Annabelle Wallis (Maligno), Lily-Rose Depp (El rey), Sope Dirisu, Kirby Howell-Baptiste, Lucy Punch y Rufus Jones. Todos motivados por divertidas, inesperadas e intrigantes dinámicas entre ellos.
Pero, quizá, la gran sorpresa de Última noche corresponda al reparto preadolescente encabezado por Roman Griffin Davis (hijo de la directora y protagonista de Jojo Rabbit); sus hermanos gemelos Hardy Griffin Davis y Gilby Griffin Davis, y Davida McKenzie (hermana de Thomasin McKenzie). Es de admirar su capacidad histriónica para digerir un guion ácido y con una fuerte carga psicológica. Sus personajes superan con creces a la contraparte adulta, gracias a esa actitud sincera, directa y de supervivencia frente a la adversidad.
De hecho, ese aspecto lo aprovecha la directora Camille Griffin para retratar la imperfecta relación entre progenitores y vástagos. Esa frustración de los padres, de no poder proteger a sus hijas e hijos del peligro y del fatídico final al que parecen estar condenados. A partir de ahí, la película vierte más preguntas que respuestas. Incluso, hasta después del desenlace, es difícil soltar la interrogante: ¿qué harías tú en su lugar?
No cabe duda que Última noche representa las inquietudes del momento. La película se desenvuelve como una sátira sobre el cambio climático, la pandemia, la inutilidad del gobierno en momentos de crisis y las consecuencias de la histeria colectiva. Claro que intenta ser una fábula moralina, cuyo mensaje puede resultar indigerible para cierto público.
Sin duda, el debut de Camille Griffin en la silla directiva ha resultado una grata sorpresa al contarnos una historia atrevida e ingeniosa, en medio de remakes y secuelas de franquicias. Última noche deslumbra por sus elementos fantásticos en medio de situaciones cotidianas donde los personajes experimentan la desesperanza y esa necesidad urgente de hacer de sus sueños reprimidos una realidad por igual.
Quizá por eso no haya una mejor forma de hablar de los horrores de la vida real, sino a través de la comedia. Última noche es un estupendo ejercicio cinematográfico con una divertida crítica social vertida en una historia con tintes apocalípticos y con potencial para convertirse en la película antinavideña por excelencia. Con una resolución incómoda que muy probablemente nos haga pensar en un destino irremediable, triste y desolador parecido al fin del mundo.
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