Tadeo 2 – Crítica
La secuela no consigue que sus personajes evolucionen, tienen las mismas metas y sueños que en la primera cinta.
Una de las leyendas más fascinantes de la mitología griega es la historia del rey Midas, aquel monarca maldito –aunque para algunos seguramente sería una bendición– con la capacidad de convertir todo lo que toca en oro. En teoría, se trataba de un obsequio por parte de Dionisio, uno de los hijos de Zeus. Sin embargo, viéndose impedido para comer termina deshaciéndose del don. Tadeo 2: El secreto del rey Midas retoma el tema de la maldición y le añade momias parlantes, aves silentes y perros amigables conocidos en la primera entrega.
El ya famoso protagonista creado por Enrique Gato –la pasada animación española se exportó a otros países y no sólo los hispanohablantes– cuenta con un comienzo similar al de su antecesora: tenemos a un obrero que trabaja en una obra de construcción y anhela volver a experimentar vivencias arqueológicas. La única diferencia es que ahora también tiene un corazón henchido por Sara. Cuando la exitosísima exploradora es secuestrada a causa de su más reciente descubrimiento, nuestro héroe vuelve a sentir el llamado a la aventura y el peligro.
Enrique Gato y el codirector David Alonso llevan a Tadeo y a sus personajes a Las Vegas, pero tal vez la más alocada escena de acción de Tadeo 2 tiene lugar en la Madre Patria, cuya recreación es vivaz, colorida y folclórica –cortesía de un taxista–. Esto no es de sorprenderse, si se toma en cuenta que los cineastas son originarios de España. A estas peripecias globales se une el regreso de una vieja conocida Inca de la primera parte que cuenta con la voz de Adrián Uribe, quien le imprime adecuadamente aquella ambigüedad e ingenuidad que tanto desesperan a Tadeo, desazón en donde recae mucha de la comedia.
Si bien en términos visuales Tadeo 2: El secreto del rey Midas manifiesta un crecimiento lúdico, mejoras en los escenarios y en la forma en que lucen y se mueven los personajes –quienes poseen más soltura– también es cierto que no tienen gran oportunidad de crecer internamente y que sus conflictos y deseos son bastantes superficiales; tampoco se aprecia introspección en los villanos ni en sus maquiavélicos planes –vamos, ni la leyenda de Midas se explora como se hubiera querido–. La mayor diferencia, además de los escenarios, es que en esta ocasión a Tadeo, Sara, la momia y sus mascotas se suma Tiffany, una pupila de la audaz arqueóloga que pondrá chispas y una ligera rivalidad sobre la mesa.
Incluso los temas principales se repiten, pues el protagonista sigue en una sedienta búsqueda por escapar de la monotonía y perseguir sueños que lo asemejen a Indiana Jones. Obviamente “Indy” sigue siendo la referencia cinematográfica principal que viene a la mente en más de una secuencia, pero también hay otros guiños y prácticas provenientes del cine de acción. Tadeo, ése constructor bonachón que anda haciendo sus pininos desde 2012, protagoniza una aventura cumplidora y puede que guarde otras más bajo la manga, lo único que esperamos es que en el futuro le permitan madurar con cada misión cumplida.
Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
