Sr. Link – Crítica
Gracias al profesionalismo de LAIKA Studios en Sr. Link, cada vez es más difícil notarle las costuras a sus artesanales filmes en stop-motion.
Estar ante una película de LAIKA Studios es atestiguar la presencia de artesanía cinematográfica, estética y estilísticamente definida. Sr. Link (Missing Link), su más reciente largometraje en stop-motion, es una muestra más de maestría creativa y honestidad visual, pues ésta es una técnica que implica la elaboración de 24 fotogramas para la creación de un segundo de animación. A la vez requirió un meticuloso trabajo por parte de los animadores, quienes debían mover milimétricamente a los personajes para la elaboración de cada gesto, mueca y movimiento.
La belleza visual de Sr. Link arranca suspiros en cada ángulo, gracias a numerosos emplazamientos, continuos cortes, y cantidad de tomas y planos. Se trata de una producción a gran escala. El término resulta irónico, porque, de todas las producciones de LAIKA hasta el momento –incluidas Los Boxtrolls, Kubo y la búsqueda del samurái o ParaNorman–, los personajes de Sr. Link son un 9% más pequeños que el del resto de los críos del estudio. De este modo, el protagonista podría ser de un tamaño mayor y pero permanecería manejable para el equipo. Es a gran escala, sin embargo, porque la realización de la cinta requirió de 110 sets y 65 locaciones únicas.
La razón de esta labor titánica subyace en la misma historia; es una aventura de exploradores, periplos y persecuciones que traslada a sus protagonistas de Reino Unido a frondosos escenarios y los gélidos Himalayas mediante viajes oceánicos y ferroviarios. Sr. Link nos lleva a recorrer el mundo a través de un soberbio, pormenorizado y colorido diseño de producción en el cual caben todo tipo de texturas. Éstas también son perceptibles en los ropajes de los personajes, cuya elaboración corrió a cargo de Deborah Cook, la única diseñadora de vestuario de un filme animado nominada al Premio del Sindicato de Vestuaristas.
Dichas texturas también son evidentes por las diversas condiciones atmosféricas que empalman a la perfección los efectos visuales con la técnica artesanal; a lo largo del filme lo mismo hay climas soleados, que lluvia, nieve o tormentas marítimas. El nivel de perfección visual que el estudio ha alcanzado hace prácticamente imposible distinguir las costuras del stop-motion.
Escrita y dirigida por Chris Buttler, Sr. Link retoma convencionalismos de las fábulas sobre el mítico pie grande o los Yetis –como recientemente vimos en Un amigo abominable o Pie pequeño–, para posteriormente voltearlos de cabeza. Ya no es una historia sobre un explorador en busca del Yeti que inmortalizará su nombre en la historia de los conquistadores, sino de un ser desconocido que contacta al explorador en cuestión para que le ayude a salir de su solitaria existencia.
Sr. Link –más tarde rebautizado con un nombre femenino que hace un guiño a los estereotipos de género (e incluso de especie)– quiere encontrar a otras criaturas como él con las cuales vivir en familia. Su bondad y la literalidad con que asume las palabras –como el buen Paddington– lo vuelven memorable, inocente y adorable.
Además, fiel a la costumbre del estudio, cuenta con un humor oscurantista que se replantea dilemas como el colonialismo, la exploración del mundo y el miedo a las nuevas líneas de pensamiento que pondrían fin al conservadurismo establecido. Estos tintes políticos le añaden una capa de lectura y universalidad a esta anécdota sobre un primate tan enigmático en aquel distante 1886 en el que le tocó nacer como en nuestro siglo XXI.