Spider-Man: Un nuevo universo – Crítica
Un caleidoscopio visual y emotivo, que se nutre del lenguaje del cómic y se sustenta en un guion multirreferencial, pletórico de acción, formidable humor y oportunos comentarios sobre la pluralidad.
En Spider-Man: Un nuevo universo, un experimento fallido abre un peligroso portal interdimensional, que accidentalmente reúne distintas versiones del superhéroe arácnido en el mundo de Miles Morales, un joven de 13 años en la ciudad de Nueva York.
Desde antes de que empiece formalmente la película, las imágenes en pantalla juguetean grácil y eficazmente con las posibilidades de las realidades alternas, incluso con los logos animados de Columbia Pictures o Sony Pictures Animation.
Bajo la producción, guía y guion del especialista en humor referencial Phil Lord (La gran aventura Lego, Comando especial) los directores Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman (¡sí, tres realizadores!) nos ofrecen un insospechado espectáculo visual compuesto por una variedad de técnicas de animación que se percibe experimental y hasta revolucionaria (te estamos hablando a ti, Oscar). Ya sean dibujos a mano o imágenes creadas por computadora, la narrativa animada se fortalece gracias a la ingeniosa integración de elementos del cómic impreso y hasta del grafiti. Con desborde de alucinante inventiva, se presentan ante nuestros ojos portadas, viñetas, onomatopeyas, globos de texto, tipografías varias y muchos otros elementos más.
Spider-Man: Un nuevo universo reúne individuos que difieren en etnia, sexo, idiosincracia, edad y hasta época, pero todos con una particularidad: todos son una versión del personaje arácnido.
Ninguno de manera gratuita, es menester señalar. En todo momento las expresiones gráficas en Spider-Man: Un nuevo universo están al servicio de una historia que destaca por la emotividad que nos pueden transmitir los personajes, divertidas y energéticas secuencias de acción y un permanente sentido del humor.
Con una consciencia similar a la de los filmes de Deadpool, los personajes de Spider-Man: Un nuevo universo citan sin empacho su propia condición mediática y se regodean refiriendo los aciertos y desaciertos de sus manifestaciones previas. De la misma forma se reconocen e identifican en sus existencias alternas, incluyendo la trascendencia de las tragedias personales que forjan el carácter del héroe.
Spider-Man: Un nuevo universo es fiel a la premisa básica de las aflicciones de un adolescente cuya vida cambia a partir de la inusitada adquisición de poderes, y reconoce con numerosos guiños a los diversos autores de Spider-Man a lo largo de las décadas, partiendo por supuesto con los creadores Steve Ditko y Stan Lee (en uno de sus más emotivos y sentidos cameos).
Miles Morales fue creado en 2011 por Brian Michael Bendis y Sara Pichelli, quienes tomaron inspiración del presidente Barack Obama y el actor y músico, Donald Glover.
Como en la mejor ciencia ficción, la indispensable alegoría se hace presente. El tema central lo ocupa la diversidad. El coro de voces se regocija en su propia condición heterogénea. Partiendo de un nuevo Spider-Man de ascendencia latina y raza negra, que encontró su lugar en la página impresa un par de años después de que Barack Obama asumiese la presidencia de los Estados Unidos, la inaudita trama de Spider-Man: Un nuevo universo reúne individuos que difieren en etnia, sexo, idiosincracia, edad y hasta época. Pero todos con una génesis similar, a partir de la mordedura de una araña radioactiva.
Además de las tribulaciones y desafíos de los superhéroes arácnidos, el resto de los personajes de la historia –incluidos los villanos y antagonistas– viven sus propios retos. La pérdida, el duelo y hasta la paternidad (asumida, adoptiva y hasta evadida) son temas que instan a distintas reflexiones.
Estamos en la recta final de una década saturada de filmes sobre superhéroes. Como víctimas voluntarias entre el empalagamiento de Marvel bajo la voraz directiva de Disney, el desatino tonal de DC y todo lo que se ha surgido de otras fuentes, Spider-Man: Un nuevo universo emerge con mérito propio gracias a su ingenio para exponer con creatividad una historia ya contada mil veces antes. Hoy el cine de superhéroes suma una de sus mejores y más empáticas películas. Una cinta juguetona y hasta surrealista por momentos, que complace con gran corazón de principio a fin, incorporando hasta las ineludibles secuencias poscréditos.
En algún momento Mary Jane –alguna de las encarnaciones de Mary Jane–, dice: «Todos tenemos poderes de un tipo o de otro, y de nuestra propia manera todos somos Spider-Man. Y todos estamos contando contigo». Por favor, cuenten conmigo también.
Charlie Del Río Cinéfilo incorregible. Coleccionista de juguetes de películas. Fundador y conductor de @CinemaNET. Colaborador en Efekto Noticias y Filmmen. Escribe en Cine PREMIERE desde el 2002.
