Spider-Man: Lejos de casa – Crítica
Spider-Man: Lejos de casa, la segunda película en solitario del arácnido en el MCU, nos entrega un choque con la realidad tras Endgame.
El Peter Parker que vemos en Spider-Man Lejos de casa es una persona con quien cualquiera puede identificarse. En algún momento todos nos hemos enfrentado al mundo adulto mientras éste nos exige afrontar nuestras responsabilidades. Aunque pensemos que no estamos preparados, o simplemente no queramos hacerlo, el mundo adulto es (para tomar prestada una frase del MCU) inevitable. Y si no les ha pasado: prepárense, porque ahí viene ese momento.
Tras los eventos que vivió en Infinity War y en la épica pelea de Avengers Endgame, Peter Parker vuelve a la realidad de Nueva York, pero con la ausencia de su amigo y mentor Tony Stark. El joven tiene agendado un viaje escolar a Europa y todo indica que esto le permitirá poner en orden sus ideas para aceptar la muerte de Tony y, de paso, conquistar el corazón de MJ. Sin embargo, Nick Fury lo encuentra y le indica que sólo él puede salvar al mundo una vez más.
Es la tercera ocasión que una película de Spider-Man estrena una secuela. Marc Webb lo consiguió con la medianamente aceptada El Sorprendente Hombre Araña 2 La amenaza de Electro, mientras que Sam Raimi superó las expectativas y convirtió a El Hombre Araña 2 (2004) en una de las mejores películas de superhéroes en la historia. En ésta, pudimos ver a un Peter Parker que tiene dudas sobre sus poderes y sobre la responsabilidad de salvar al mundo: él quiere tener una vida normal.
En el caso de Spider-Man Lejos de casa, Jon Watts repite en la silla del director y nos presenta una aproximación cercana al Spider-Man 2 de 2004. Sin llegar a ser una copia, Watts construye una versión propia que lidia con la necesidad de Peter de escapar a sus responsabilidades y esto genera un choque entre el mundo infantil/juvenil y el mundo adulto. El Peter Parker que en Civil War (2016) y en Homecoming estaba ansioso por participar en la acción, aquí se ha dado cuenta que la vida de un superhéroe no es cosa de juego –por más que haya querido presentarse con Doctor Strange con sus nombres de superhéroes (Avengers Infinity War)–.
Muy similar a lo que Watts retrató en Cop Car (2015), y en menor medida en De regreso a casa (2017), aquí el personaje se enfrenta a un choque de realidades. Peter se enfrenta a un mundo que le pide hacerse responsable por sus acciones y asumir las consecuencias. El joven se encuentra en etapa de duelo por la muerte de Tony Stark y no está seguro de querer seguir siendo un Avenger. Sus inseguridades le han prevenido de hablar con MJ como quisiera.
Spider-Man Lejos de casa es una gran escena poscréditos a la Saga del Infinito del Marvel Cinematic Universe. Además resulta una carta de despedida a Iron Man (sin Robert Downey Jr., por supuesto) y pone a Peter Parker en el punto exacto donde debe despedirse de su niñez y ser el héroe que Nueva York necesita.
Nada de esto significa que la película no contenga el humor característico del amigable vecino. Los gags están presentes cada vez que la historia así lo permite. No estamos ante una cinta repleta de comedia estilo Thor Ragnarok o Guardianes de la Galaxia, pues aquí la aventura es mayor que la comicidad. No obstante, eso no significa que Watts no presente momentos verdaderamente cómicos e inesperados… como en las interacciones entre Ned y Betty, o incluso de parte de Nick Fury.
La acción en la película tiene mucho mayor peso y es más compleja que en De regreso a casa. Eso se debe a la amenaza que representan los Elementals y Mysterio. La película ofrece una mayor cantidad de efectos visuales, tanto con los villanos, como con una de las características de Quentin Beck (Jake Gyllenhaal). Sin embargo, estos efectos visuales complejos pierden efectividad pues hay otros que parecen haber quedado a medias. El uso de pantallas verdes al fondo de los personajes –especialmente en la secuencia de Londres– es, a veces, demasiado evidente.
Otra de las fallas, fuera de las técnicas en la película, es la motivación de los villanos y la descarada sobreexposición de su malévolo plan. Habrá quienes lo encuentren interesante, pero tras un némesis tan cercano a Peter como Vulture –quien, además, tenía un plan medianamente similar al de Mysterio– la frescura y originalidad se pierden.
Spider-Man Lejos de casa logra decirle adiós a una Saga del Infinito que nos entregó un sinfín de buenas y memorables –tú no Thor un mundo oscuro– producciones. Al final, la película se siente como aquella última canción que se escucha en las fiestas antes de que las luces se enciendan. Después de una gran fiesta, es una canción que nos pondrá de buenas para el largo camino a casa y prepararnos para lo que viene en el futuro.