Soul: la previda, el jazz y las animaciones imposibles de Pixar
Joe Gardner, el primer protagonista afroamericano de Pixar, le da rostro a un viaje que incluye una dimensión espiritual animada y una lección de vida inspirada por la leyenda del jazz Herbie Hancock.
Es bien sabido que los proyectos de Pixar suelen nacer de una pregunta aventurada: ¿cómo sería si los juguetes cobraran vida? ¿o si los monstruos debajo de la cama realmente existieran en un mundo paralelo? ¿y si pudiéramos ver dentro de la mente de alguien? En el caso de Soul; sin embargo, la pregunta que encendió cuatro años de trabajo de animación fue un poco más oscura y existencialista, muy acorde a nuestros tiempos: ¿vale la pena vivir?
“Siempre quise ser animador”, cuenta el director Pete Docter, quien admite no ser inmune a los instantes de zozobra. “Mientras era niño, y mis amigos estaban afuera, jugando soccer y consiguiendo citas, yo estaba en mi cuarto haciendo animaciones. Tuve la suerte de empezar en Pixar en 1990, donde ayudé a crear Toy Story, dirigí Monsters Inc., y películas como Intensa-Mente. Pero aún así hay algunas veces en que me descubro a mí mismo pensando: Uff, ¿de verdad? ¿caricaturas? ¿esto es lo que se supone debo estar haciendo con mi tiempo en la Tierra?
En días más grises me he llegado a preguntar: ¿tiene algún sentido hacer lo que hago, especialmente en estos tiempos? ¿Si pudiera regresar a antes de nacer y pudiera decidir, me atrevería a vivir?”.
El director confiesa que, después del estreno de Intensa-Mente, vivió momentos de duda e incertidumbre. La cinta, que en 2015 sumergió a los espectadores en la mente de una adolescente, recaudó cerca de $850 millones de dólares, rompió marcas durante su primer fin de semana y ganó el Óscar a Mejor película animada. El triunfo y el reconocimiento, sin embargo, no siempre se sienten como imaginamos que se sentirán. “No sé… irracionalmente esperaba más. Así como si la película fuera a arreglar todas las cosas de mi vida”, confiesa Pete Docter riendo. “Y obviamente no lo hizo. Aún había, claro, cosas rotas en mi mundo interno, y eso fue un poco la chispa que arrancó Soul”.
En la película número 23 del estudio, un alma se rehusa a caer en la Tierra. Su nombre es 22 y no hay nada que pueda convencerla de que vivir tiene algún sentido. Habita, junto con otras almas primerizas, en una dimensión vaporosa y etérea llamada The Great Before (El Gran Antes), que no se trata del “más allá” o del lugar a donde las almas van después de morir, sino de su opuesto: es más bien la “previda”, donde las ánimas obtienen su esencia y sus personalidades antes de nacer en la Tierra. De hecho, el lugar es una suerte de campus universitario y 22 sería el alma rebelde que lleva siglos y siglos (aunque el tiempo no existe en dicha dimensión) sin poder “graduarse”. Personajes históricos como Gandhi, la madre Teresa de Calcuta, Muhammad Ali y Abraham Lincoln han fungido como sus mentores (almas de seres humanos célebres que ayudan a las novatas a encontrar su “chispa”), pero todos han fracasado. Solo un maestro de música de una secundaria pública, un mentor improbable, provocará un cambio en esa alma cínica. Joe es un pianista afroamericano de 45 años, neoyorquino y apasionado del jazz, quien ha fracasado hasta ahora en cumplir su sueño de tocar con los grandes. Su encuentro con 22 después de un pequeño accidente –¡el mismo día en que su sueño está por cumplirse!– los transformará a ambos para siempre.
En busca del mentor
Soul es la primera película de Pixar en más de 30 años de historia que tiene como protagonista a una persona afrodescendiente. Llega a Disney+, por cierto, casi al mismo tiempo que su primer protagonista gay, a través del cortometraje Out (que estrena el 18 de diciembre). El estudio ha retratado la cultura mexicana (Coco), la Escocia medieval (Valiente), la cultura francesa (Ratatouille) y hasta la prehistoria imaginaria (Un gran dinosaurio). ¿Por qué han tardado tanto en incluir la perspectiva de una población de más 40 millones de personas en EE. UU. ? “Creo que no tenemos una buena respuesta a eso”, admite Docter, durante la plática que sostuvo con la prensa internacional. “En esta ocasión somos afortunados de contar con una historia que, a través de Joe, acoge y abraza a mucha de la cultura afroamericana que no había sido explorada en las películas de Pixar. Es vergonzoso que haya tomado tanto tiempo, pero estamos emocionados de haber tenido oportunidad con esta película”.
Un protagonista negro, sin embargo, no era parte del plan inicial. En sus primeras versiones, el jazz, los clubes de Nueva York y la cultura afroamericana no estaban contemplados en la historia. La película, que muestra a los protagonistas pasando tiempo tanto en Nueva York como en la dimensión de las almas nuevas, fue concebida en sus inicios como una heist movie, ubicada enteramente en El Gran Antes. “La historia era básicamente Joe y 22 tratando de robarse un pase para ir a la Tierra”, revela Docter. “Pero era mucho estar corriendo de aquí para allá, y cada vez que hablábamos de la vida de Joe era a través de flashbacks o de mucha exposición en monólogo. No nos daba la oportunidad de realmente sentir lo que Joe estaba sintiendo en su viaje”.
En las primeras etapas de producción, el equipo se debatía sobre la pasión que debía tener aquel que le enseñaría a 22 que la vida valía la pena. Primero, Joe fue pensado como un aspirante a actor, “y ese fue otro momento en que tuvimos que regresar y empezar de cero”, platica Docter, “creo que cuando ves a un actor uno podría pensar que lo que quiere es fama, podía verse algo egoísta, no tenía esa nobleza de la música”.
El personaje de Joe solo tomó forma, en color de piel, raíces y vocación, cuando el equipo de producción se topó en YouTube con una masterclass de la leyenda del jazz Herbie Hancock. En ella, el músico habla con sinceridad sobre una noche de concierto que dejó huella en su percepción sobre la vida: aquella en donde Miles Davis le dio una profunda lección sobre el jazz, la improvisación y la obsesión con la perfección. De acuerdo con el músico, ambos tocaban juntos en Stuttgart, en lo que había sido hasta ese momento “una gran noche”… hasta que Hancock tocó “una mala nota”. Herbie cuenta que sintió frustración, pensó que había arruinado toda la interpretación. “Pero entonces Miles tomó aliento, y tocó algunas notas”, cuenta, “ y con ellas convirtió mi nota en una nota buena. No supe cómo había hecho eso. Me tomó años descubrir lo que había pasado.
Esto es lo que pasó: yo juzgué lo que yo toqué, Miles no. Él solo lo aceptó como algo nuevo. Hizo lo que todo músico de jazz debe hacer siempre: tratar de convertir cualquier cosa que pase en algo valioso”.
El video de Herbie Hancock convenció a los artistas en Pixar de hacer de la música del jazz no sólo el epicentro de la vida de Joe –ubicándolo en Nueva York (pensaron también en Nueva Orleans, pero ésta ya se había explorado en varias películas del estilo)–, sino también la piedra angular de las lecciones de vida, de espontaneidad e improvisación, de sus dos protagonistas. En Soul, ser bueno para «el jazzing” , significa mucho más que ser un buen pianista. “Es una gran metáfora para la vida”, nos platica Docter. “porque, pues, muchos de nosotros queremos algo, pero nos toca otra cosa, ¿no? Pero eso no significa que lo que tenemos sea un plato de segunda mesa, o algo menor: todo puede convertirse en algo hermoso no importa en dónde estés o cuál sea tu situación. Esa es la lección del jazz”.
Para el director, este género musical tiene, además, una relación especial son la animación, una conexión fortalecida por figuras como Vince Guaraldi, compositor de la música de Peanuts. “Es una conexión simbiótica que se remonta a las primeras películas sonoras, pues éstas se musicalizaban con jazz. Yo crecí con Peanuts y Mr. Rogers, y realmente me implantaron ese amor verdadero por la capacidad de expresión que tiene el jazz. Nuestra película tiene esta alegría y exuberancia que el jazz expresa tan bien, pero también la melancolía que también le es característica. Es una música sumamente expresiva”.
La identidad de Joe como músico de jazz consolidó en la historia la necesidad de explorar la cultura afroamericana, los clubes de neoyorquinos y la música improvisacional negra. Sobre todo, trajo la necesidad de integrar como codirector a un escritor afroamericano que liderara la exploración de dicha cultura.
Esta es la historia de Kemp Powers, el periodista que se convirtió en escritor y que, a través del sueño de Joe, también pudo consolidar aún más el suyo. Conócela aquí.
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