Señor sabelotodo – Crítica

El cine es un lugar ideal para que personajes disímiles se encuentren, se confronten, mediten sobre su vida y, tal vez, generen un cambio –especialmente si el guion sigue fórmulas preestablecidas–. Es un espacio idóneo para la reinvención o redención de seres humanos más allá de su género o contexto social. Ésta es precisamente la oportunidad que se le brinda al Señor Sabelotodo, dirigida por Stéphan Archinard y François Prévôt-Leygonie.

Esta feel good movie sigue a pie juntillas el camino que han recorrido antes muchas otras historias. Aquellas donde un hombre maduro, arrogante y gruñón –o por lo menos absorto en su cotidianidad o rutina laboral– se cruza con un niño que le hace replantearse el valor de su vida. Aunque claro, este rol de figura mentora no es exclusivo de un ente masculino.

Max Baissette de Malglaive es una estrella en ascenso que constata su talento al interpretar a un adolescente que padece Asperger.

Al entremezclar comedia y un poco de manipulación sentimental, Señor Sabelotodo introduce a Vincent Barteau (Arnaud Ducret), un afamado entrenador de futbol con un pasado familiar espinoso. A punto de dar un nuevo salto laboral se ve obligado a hacerse cargo de su sobrino Léo (Max Baissette de Malglaive), a quien nunca había conocido a pesar de ser casi un adolescente “consumado” de 13 años de edad. Lo que dificulta más su relación es que el pequeño adolescente padece Asperger, por lo que sus torpedos de verdades no siempre le sientan bien al enorme ego de su tío, pero además, la fuerza con que recita sus palabras contrasta con su coraza endeble.

A partir de las desemejanzas de estos dos protagonistas nace el balance entre comedia y drama que se desdobla e intercala dentro de un guion rutinario y con pocos esfuerzos creativos. Este tipo de relaciones ríspidas en un inicio han formado parte de elogiados dramas como Un hombre gruñón o Gran Torino y de comedias románticas como Educando a Helen o Sin Reservas, por mencionar algunos ejemplos. Sin embargo, Señor Sabelotodo, con todo y su carisma, cuenta con pocos elementos dramáticos y narrativos que la diferencien de sus variopintos precedentes.

Señor Sabelotodo es un a feel good movie que hace reflexionar en torno a los prejuicios y las barreras que se usan como mecanismos de defensa.

Sus puntos más fuertes son prácticamente dos: la actuación del pequeño Max Baissette de Malglaive, quien a través de la tartamudez de Léo, su manejo corporal y la forma en que transmite ensimismamiento e inseguridad se convierte en el valor agregado de la cinta. Su vulnerabilidad sobresale particularmente gracias a la corpulencia de su coprotagonista, quien además exuda confianza en sí mismo.

El segundo punto fuerte es el elemento del futbol, pues le adosa una nueva dinámica a la trama: es cercana y actual. Sobresale la manera en que este deporte se racionaliza de tal manera que aunque Léo lo tilda de simplista, se muestra su importancia para detonar competencias físicas y sociales en quienes se atreven a entablar un romance con el balón.

Señor Sabelotodo se reclina hábilmente sobre su factor emotivo para conquistar a la audiencia con calidez mientras esgrime temas como el perdón, el desdén del prejuicio, y la oportunidad de conectar con otro. Lo que sí deja claro es que las mejores lecciones nos pueden llegar de quien sea, hasta de la persona más inesperada.

Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!