Ron da error – Crítica de la película y dónde ver
Ron da error reflexiona sobre la cultura de las redes sociales y la tecnología, en el marco de una historia de amistad encantadora muy a la Spielberg.
Una nueva aventura animada que se concentre en los pormenores de la tecnología de nuestros tiempos se antoja quizás un poco trillada. Especialmente después de La familia Mitchell vs las máquinas. Sin embargo, Ron da error es una agradable película que responde a las inquietudes sobre los avances tecnológicos y las redes sociales desde una esquina diferente. La narrativa se enfoca en una inesperada amistad que le brinda todo el corazón necesario a la historia.
Barney es un niño de 11 años que vive en un mundo en el que prácticamente todos los jovencitos tienen un pequeño robot. Este cumple las funciones de mejor amigo, acompañante, dispositivo para redes sociales y asistente inteligente. Las escuelas mismas han sustituido la importancia del casillero por una especie de «estacionador» de B-Bot’s. Ellos esperan a sus niños para estar con ellos en los descansos entre cada clase.
Desde luego, Barney es la excepción a la regla. No porque no quiera tener uno de estos dispositivos. Sino porque su padre y abuela, atrasados en las tendencias y por problemas económicos, encuentran complicado poder ofrecerle uno. No obstante, encuentran un B-Bot dañado por un golpe y vendido de manera clandestina en un callejón a un precio más económico. Así lo adquieren para regalárselo a Barney.
El filme, además de ser una aventura divertida para niños, hace un análisis de la cultura contemporánea y las repercusiones sociales que existen con la tecnología. Barney no quiere un B-Bot porque sea el juguete de moda, sino que su condición social disminuye si no lo tiene. De pronto la única forma de hacer amigos es a través de los análisis de compatibilidad que hacen estos pequeños robots. O, bien, a través de solicitudes de amistad virtuales, likes y comentarios.
Incluso Barney resguarda en su casillero las invitaciones impresas para su fiesta de cumpleaños, mismas que no entrega porque sabe que las invitaciones no son aceptadas si no son virtuales, o a través de eventos organizados en redes. Una vez que el niño obtiene su robot, éste desde luego presenta un daño y no puede conectarse a la red. Esto significa que no puede descargar la información de su dueño, no encuentra los algoritmos, no encuentra los patrones de comportamiento. A decir verdad, es inservible.
Sin embargo, Barney no se da por vencido y decide enseñarle paso a paso a su «nuevo amigo» todo sobre él. Así de pronto el filme da un giro para convertirse en una historia sobre una amistad inesperada. Aunque la película circunda por el cliché de aquellas relaciones imposibles que en teoría no deberían funcionar, Ron Da Error triunfa en su actualización del mensaje, porque está rodeada de todos aquellos factores que se encuentran en nuestra modernidad. No hace uso de ellos sólo para situar un ambiente conocido, sino para hacer una tenue crítica sobre la cultura de la tecnología.
En la cinta hay diversas muestras de reflexiones o mensajes que resultan un poco incómodas para los niños. Pero que son tratadas con ingenio para camuflarse con el humor de la historia. Situaciones o statements como el de que las personas no valen realmente nada si no tienen detrás un buen cúmulo de seguidores en redes sociales y los likes suficientes para otorgarles verdad y relevancia. Del mismo modo, observa el bullying involuntario que sucede cuando algún vídeo gracioso que involucra la desgracia de alguien más de pronto se hace viral en redes sociales, marcando la vida de la víctima para siempre.
En paralelo a todo ello, el fallo que presenta el nuevo robot de Barney, bautizado como Ron, se convierte en una inconveniencia para los creadores del dispositivo. Razón de que organicen una implacable búsqueda para apoderarse de él y destruirlo. La manera más sencilla de lograrlo es utilizando cada B-Bot disponible en la zona como un espía que observa todo lo que sucede a través de la cámara instalada para uso del usuario. El guion es cuidadoso para tocar el tema, pero también observa que detrás de cada dispositivo novedoso, existe aquella ingesta de información que se encuentra peligrosamente cerca del espionaje.
Incluso estos dispositivos de pronto responden a las órdenes de los creadores y escapan de sus hogares para servir a los propósitos de la compañía. Desde luego esta caza de brujas en contra de Ron y Barney convierten de pronto a la película en algo cercano a E. T. El extraterrestre (1982) de Steven Spielberg. Sus directores Jean-Phillippe y Octavio Rodríguez no fueron temerosos al explicar que las aventuras de Spielberg fueron su principal referencia. La película triunfa porque logra lo que el director de Jurassic Park (1993) sabe hacer tan bien: enamorar al espectador de sus personajes.
Rumbo al final, poco importa que Ron Da Error sea en realidad un filme que critica tibiamente a la cultura de la tecnología. O que sea bastante neutral al momento de tomar postura sobre los peligros que las redes sociales pueden ejercer sobre los niños. Y es que para entonces, su inteligente construcción de personajes, su acertado humor en donde no se abusa del factor ‘tecnología’, y especialmente su bien trazado enfoque sobre la amistad que proviene desde los lugares más inesperados y atraviesa cualquier barrera, hacen de la cinta un encanto que puede enamorar al público de cualquier edad.
Ron da error ya está disponible en Disney Plus.