Sherlock Holmes: Juego de sombras
Cuadros congelados, cámara lenta, zooms y paneos al puro estilo de Ritchie.
Después de una exitosa primera cinta en el 2009, Guy Ritchie regresa una vez más con su versión del detective más famoso de todos los tiempos. Y aunque esta segunda parte cumple el objetivo de entretener, se queda corta en los eventos más importantes de la trama, resultando por momentos confusa y ambigua, tal cual como en un juego de sombras.
Un año ha pasado desde los caóticos eventos del filme anterior. El Dr. Watson no puede ni siquiera disfrutar de su luna de miel porque se ve inevitablemente arrastrado al último caso de su inseparable compañero Sherlock Holmes. El hombre detrás de todo no es otro más que James Moriarty, una mente brillante y digno rival del detective. Desde ese momento Sherlock iniciará una búsqueda incansable, donde descubrirá que esto es apenas una pequeña pieza de un rompecabezas mucho más extenso y que cambiará la historia como se ha conocido hasta ahora.
Evidentemente todo gran héroe necesita un gran villano y eso es lo que Moriarty representa en la vida de Holmes. Su primera aparición fue en El problema final, uno de los 56 relatos cortos sobre Sherlock escrito por Arthur Conan Doyle y en el que se basa parcialmente la cinta. Desde ese momento, Moriarty ha sido uno de los villanos más populares en la literatura, conocido incluso como el napoleón del crimen, sin embargo esto no logró trasladarse correctamente al filme.
Aunque ciertamente Ritchie logra mejorar a su villano, Jared Harris no consigue transmitir la amenaza y genialidad de Moriarty. Las escenas entre él y Sherlock carecen de energía, una lástima dada la inteligencia de los dos personajes y lo mucho que tenían para explotar.
Aún así el carisma de Robert Downey Jr. como Holmes y su dinámica tan peculiar con Watson, son la mejor razón para ver el filme. Realmente se puede apreciar la verdadera amistad que existe entre estos dos personajes. Se siente más bien como un trabajo en equipo, que un tutor enseñándole a un alumno.
Lamentablemente Noomi Rapace está un poco desperdiciada como la Madam Simza, sobre todo después de verla en la saga Milennium y con lo que sabemos que es capaz de hacer. Su personaje se limita a seguir a los protagonistas, y termina siendo olvidable. Por otro lado la participación de Stephen Fry como el hermano de Holmes es un gran adición al elenco, tiene un momento en particular que seguramente se quedará en la memoria de la audiencia, no precisamente agradable, pero sí hilarante.
Otro aspecto positivo del filme es es que no depende del mismo humor que utilizaron en el anterior. Holmes aún tiene algunos trucos bajo la manga. Con la dirección de Ritchie la secuela sabe mezclar bien el humor con el drama y los amantes de la acción quedarán satisfechos pues está presente por todos lados.
Tendrán la misma técnica de pelea que hizo famosa Sherlock en la primera versión y una increíble escena en el bosque que combina, cuadros congelados, cámara lenta, zooms y paneos al puro estilo de Ritchie y claro, ¡explosiones cada vez que es posible!
En resumidas cuentas, Sherlock Holmes: Juego de sombras es una película que supo mejorar algunos errores anteriores pero que aún así no quiso arriesgarse más con el guión. Empieza bien pero termina por irse a la segura en los eventos cruciales. Por momentos la trama parece incompleta y hay escenas que se sienten muy forzados.
El consejo aquí es verla sin ningún tipo de prejuicio y no hacer comparaciones con las versiones literarias. En pocas palabras, aceptar la cinta en sus propios términos, así puede resultar una entretenida opción para pasar el rato.
Ve el trailer de Sherlock Holmes: Juego de sombras.