Sabor a miel

En teoría no suena muy atractiva: se basa en una popular novela que centra su acción en la Carolina del Sur de mediados de los sesenta. Ahí, una puberta (Fanning) escapa (literalmente) de su casa y de su padre para hallar (figuradamente) los recuerdos de su madre recién fallecida. ¿Cómo lo hace? Auxiliándose en su […]
En teoría no suena muy atractiva: se basa en una popular novela que centra su acción en la Carolina del Sur de mediados de los sesenta. Ahí, una puberta (Fanning) escapa (literalmente) de su casa y de su padre para hallar (figuradamente) los recuerdos de su madre recién fallecida. ¿Cómo lo hace? Auxiliándose en su nana-confidente (Hudson), quien la conduce a una granja de tres hermanas apicultoras.
He oído decir que Sabor a miel es una película femenina. No sé por qué lo dicen. Se trata, en realidad, de un filme “de nicho”, ideal para quienes gustan historias de crecimiento personal (aunque un poco más inverosímil que las demás) en el contexto de la unión familiar, muy a la Las reglas de la vida, Alma de héroes, El color púrpura o Cometas en el cielo. Además, los fans de las actrices involucradas saldrán más que satisfechos. Todas tienen emotivas escenas en pantalla, desde la infalible Latifah como la mandamás, hasta Alicia Keys, quien encarna -¿qué si no?- a una profesora de música.
Dakota Fanning (Yo soy Sam, La telaraña de Charlotte) es un caso –justamente– para la araña: particularmente siempre he creído que actúa como un adulto y no como una niña. Si usted piensa lo mismo, es momento de verla en acción: en Sabor a miel se presenta como una simple adolescente, con dudas y temores. Da gusto verla crecer y saber que no será otro niño-actor que se queda a medio camino.
– Edgar Apanco
