Milagros prohibidos
Lamentablemente, aquí Elio Quiroga pareciera sucumbir a las tentaciones de ese mismo cine del que podría ser alternativa
En un intento por dejar atrás un trágico pasado, Francesca y Pedro se han mudado a una casona apartada en el campo, donde esperan comenzar de nuevo con su bebé. Claro, el por qué la pareja habría de querer irse a meter a tan lúgubre caserón sólo se explica por las convenciones del cine de fantasmas… sobre todo porque Francesca, recién salida del siquiátrico, pareciera escuchar en los ruidos y susurros de la casa visos de una desgracia que amenaza con repetirse.
Y es que –y como ya decía la publicidad para El espinazo del Diablo–, ¿qué es un fantasma, sino algo muerto que parece vivo aún? En el caso de Milagros prohibidos, o No-Do, ese espectro que se resiste a ser olvidado se refiere no sólo a la trágica historia de Francesca y Pedro, sino a esa Guerra Civil que, al igual que en Espinazo… o El laberinto del fauno, ambas co-producciones con España, pareciera rondar aún los desvanes y áticos de la Madre Patria, y de su espíritu. El título original hace referencia a los Noticieros-Documentales del franquismo, principal herramienta de manipulación del régimen y que, según ésto, llegarían a documentar fenómenos paranormales con la ayuda de cierta película especial… y la complicidad de la Iglesia Católica.
Por supuesto, la premisa resulta muy atractiva. Y, heredero del trabajo de maestros como Paul Naschy, Jess Franco o Narciso Ibañez Serrador, el cine de terror hecho en España ha ofrecido ya sorpresas como [REC] y El orfanato, cintas que resultan más cercanas a nuestra sensibilidad que mucho del horror made in Hollywood. Lamentablemente, aquí Elio Quiroga pareciera sucumbir a las tentaciones de ese mismo cine del que podría ser alternativa: de excelente factura, la cinta resulta predecible y nada sutil, aun y a pesar de esas atmósferas tan logradas y de sus fantasmas, genuinamente aterradores pero que, entre la falta de maña —o interés— del director para crear suspenso y su abuso del muñecazo digital, muy pronto hacen a la película genérica, y efectista.
–Antonio Camarillo