La venganza de la casa del lago
Si bien quizás este remake no tenga el mismo impacto que en 1972, no ha perdido nada de su poder.
Es probable que Wes Craven jamás imaginara la forma en que su primera película –de la que ésta es remake– habría de marcar al cine de terror. Hoy maestro del género, Craven cuenta que simplemente hizo lo que le pareció una cinta de miedo –o como decía la publicidad del filme, “sólo una película”–.
Y es que la trama no sólo se encuentra inspirada en una popular conseja nórdica del siglo XIII, sino que hay en ella algo elemental, primigenio. Una chava es brutalmente ultrajada por un fugitivo llamado Krug y su banda, que entonces tienen el mal tino de buscar refugio con los padres de la misma chica cuando una tormenta los agarra en medio del bosque. Al igual que en la original, en la versión 2009 lo violento de la anécdota es acaso el escenario de un drama demasiado humano, una venganza que, en manos de actores de mayor calibre que aquellos en la versión de Craven, resulta en un filme quizá más acabado, pero igual de escabroso.
De acuerdo con la leyenda, los padres de aquella chica erigieron una iglesia para expiar sus culpas y recordarla. Hoy se hacen películas, y no sólo para advertir a los niños que el bosque de nuestra pretendida civilización se encuentra atestado de feroces lobos. Y lo cierto es que la historia de Krug y compañía, si bien quizás no tenga el mismo impacto que en 1972, no ha perdido nada de su poder, de su relevancia. Nada mal para haber nacido de “sólo una película”.
–Antonio Camarillo