La mitad del mundo
Una cinta llena de buen sentido del humor que termina por volverse moralista.
Mingo (Hansel Ramírez) es un joven con capacidades diferentes, quien no por eso está exento de la curiosidad sexual –muy propia de cualquier humano. Así, en un pueblo en el que la mayoría de los hombres han partido en busca de un mejor porvenir, el protagonista se topa con Juana (Lumi Cavazos), quien –“víctima” de la situación– decide iniciarlo en el mundo de los placeres carnales.
Tras su desempeño, el joven se convierte en el objeto sexual de las mujeres del poblado, pero esto lo colocará en una situación entre la vida y la muerte. Y es justo esta resolución la que termina por estropear el esfuerzo actoral en la ópera prima de Jaime Ruiz, ya que lo que inicia siendo una historia llena de buen sentido del humor –éste cargado de connotaciones sexuales, pero que en ningún momento cae en lo vulgar– da el salto a la tragedia, la cual incluso puede ser acusada de oportunista. A esto me refiero con que es confuso si el filme pretende hacer una reflexión sobre los actos de justica a mano propia del pueblo –entiéndase linchamientos– o simplemente un pretexto para dar un giro “interesante” a la historia.