El mejor lugar del mundo
Aquellos dispuestos a creer en el amor verdadero saldrán con una sonrisa.
Si hubiera entrado a la sala sin saber que esta cinta era dirigida por Sam Mendes, jamás lo hubiera creído. Y es que después de cuatro largometrajes perfectamente estilizados –desde Belleza americana hasta Sólo un sueño–, con cada detalle visual y narrativo cuidado y orientados al drama, esta comedia de estilo completamente indie resulta absolutamente distinta a todas las obras previas del realizador. Y esto no es necesariamente algo malo, aunque por instantes cae en el extremo de este estilo visual mucho más holgado: encuadres completamente abiertos y libertad de los personajes para interactuar frente a la cámara casi sin cortes. La historia es una clásica road movie: una pareja en busca de un nuevo hogar viaja a varios rincones del mundo para descubrir los secretos de la paternidad y definir su concepto de familia. En el camino se encuentran con personajes por demás excéntricos, impecablemente dirigidos y que le dan un sabor curioso a la historia. Resulta difícil pensar que la película sea “dominguera”, ya que muchas veces este tipo de cine –de ritmo lento y pausado, sin movimientos de cámara, con pocos diálogos– resulta difícil de ver. Sin embargo, aquellos dispuestos a creer en el amor verdadero saldrán con una sonrisa, convencidos por completo de una de las premisas más difíciles de vender: una pareja feliz.
–Mary Carmen Albarrán