Regresa a mí (Ben is Back) – Crítica
El retrato que hace Peter Hedges en Regresar a mí es genuino, honesto y nunca se siente moralino ni aleccionador.
Holy Burns (Julia Roberts) lleva a su hijo Ben (Lucas Hedges) a un cementerio. Ahí dice uno de los diálogos más dolorosos y desesperados que una madre podría decirle a su hijo: “Dime, ¿dónde quieres que te entierre?”. El chico lleva tiempo lidiando con una adicción a las drogas y ha regresado a su casa en Navidad aunque la visita no estaba planeada. Estará fuera del centro de rehabilitación que le sirve de guarida emocional y física durante 24 horas, tiempo en el que su madre piensa vigilarlo como un halcón en Regresa a mí(Ben is Back).
El novelista y guionista Peter Hedges, quien además es padre de Lucas, el protagonista, escribió un guion tremendamente personal porque la adicción ha sido una invitada indeseable en su familia. Su madre era alcohólica y lo abandonó cuando tenía siete años, pero volvió cuando era un adolescente, momento a partir del cual ella dedicó su vida a ayudar a otros. Sin embargo, la historia también responde a la muerte de un amigo cercano a causa de una sobredosis, de casi perder a su sobrina de la misma manera, y a la partida de Philip Seymour Hoffman por el mismo motivo.
Es evidente que los propios miedos y reflexiones de Hedges-padre fluctúan constantemente y emanan por los poros de cada recoveco del filme. El retrato que hace sobre la adicción, sobre la necesidad de redención, las mentiras recurrentes, la pérdida de confianza y el perdón, es genuino, honesto y nunca se siente moralino ni aleccionador.
Con Regresa a mí, Hedges-director hace un estudio del comportamiento del adicto –el sentimiento de culpa que experimentan, el arrepentimiento que vocifera palabras tóxicas al oído y el asfixiante miedo a recaer, especialmente para los seres queridos del enfermo–. En más de una ocasión nos pone en los zapatos de Roberts, una madre cuya fiereza la vuelve capaz de hacer lo impensable por su hijo. Como ella queremos creer en Ben pero no estamos seguros si deberíamos hacerlo. Por ello, es a través de su personaje y tesón que podemos ver mucho del cineasta y sus preocupaciones como padre y miembro de familia.
En este interesante entramado que nos presenta el director, poco a poco nos damos cuenta de que hay miembros de la familia amenazados por la presencia de Ben, se muestran temerosos de relacionarse con él por los antecedentes y el caos que ha causado. Asimismo, se nos obsequian pistas sobre cómo inició su adicción y la enorme culpa moral que carga a través de diálogos implacables, escenas desgarradoras y actuaciones de primer nivel, especialmente por parte de Lucas Hedges –quien realizó Regresa a mí inmediatamente después de Corazón borrado– y Julia Roberts.
Pero por encima de todo, Peter Hedges transita con sutileza y dirección del drama familiar al suspenso que nos mantiene al borde del asiento. Al desenterrar el pasado y confrontar a Ben con sus actos de antaño y tomar responsabilidad por ellos, nos sumerge en un submundo peligroso que pone la relación entre madre e hijo en una cuerda floja. Los acompañamos en cada paso que dan con la esperanza de que no sea el último, pues de esa misma forma devora la adicción.