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Cine

Peppermint: Matar o morir – Crítica

24-11-2018, 7:52:12 AM Por:
Peppermint: Matar o morir – Crítica

El regreso de Jennifer Garner al género de acción es un receptáculo visual y argumental ya muy visto con anterioridad; copia elementos de franquicias ya establecidas.

Cine PREMIERE: 1.5
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Durante una parte de su carrera a Jennifer Garner se le relacionó con la agente secreta Sydney Bristow en la serie creada por JJ Abrams, Alias, donde viajó por el mundo cercenando los planes de los feroces antagonistas de la inteligencia estadounidense. Más tarde intentó trasladar sus peripecias a la pantalla grande a través de Elektra, la fatídica heroína compañera del Daredevil de Ben Affleck, pero ambos filmes fueron un estrepitoso fracaso entre público y crítica. Peppermint: matar o morir simboliza su regreso a la acción, uno donde reinan el caos y los elementos argumentales de franquicias ya establecidas o de cómics famosos.

Muy en el tenor de Búsqueda implacable –también hecha por el director Pierre Morel, a la cabeza de este proyecto– u Otro día para matar –aunque sin el corazón de la primera ni la acción-violencia estilizada de la segunda– nos adentramos en una historia de venganza guiada por un personaje femenino, lo cual parecería refrescar el género aunque no del todo. Riley North es una mujer trabajadora convencional, cuida de su hija y esposo en la medida de sus posibilidades a la par que enfrenta el escrutinio de otras madres de la escuela. Todo palidece cuando un festejo familiar como respuesta a un rechazo infantil se transforma en la tumba de su marido y la pequeña cumpleañera. Sí, como en Punisher.

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Peppermint: matar o morir cuenta con escenas violentas y un desgaste físico loable por parte de Jennifer Garner gracias a la complejidad de las coreografías.

Una vez perpetrada la aflicción y tras cinco años de preparación física, Riley resurge –como en su momento hicieron John Wick (Keanu Reeves) y Bryan Mills (Liam Neeson)– de las sombras para propinarle una venganza supina a quienes asesinaron a los suyos. En su camino, la antiheroína de Jennifer Garner se enfrenta a los narcos más peleles del planeta –meros estereotipos del narcotraficante latino–, quienes desde un principio muestran una falta de motivación creíble para catalizar el conflicto. En medio, Peppermint: matar o morir recuerda a otras historias de acción como Identidad desconocida (The Bourne Identity) y Corre, Lola corre. En pocas palabras, es un receptáculo visual y argumental ya muy visto con anterioridad.

La contradicciones e incongruencias se precipitan una tras otra, mientras que Riley no parece tener grandes obstáculos; su camino está salpicado por risas involuntarias acentuadas por las grandilocuencias y excesos en lo que cae el guion. Pero a los traspiés narrativos se le suman imperfecciones de la ejecución del director Pierre Morel: atmósferas de falsa tensión –sustentados por efectos sonoros– que derruyen las sorpresas y anticipan algunos vuelcos, diálogos que abusan de las explicaciones y un desorganizado lenguaje visual que nos conduce a terrenos estrafalarios.

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Los villanos caricaturescos de la cinta son una de sus peores debilidades, no representan un fuerte obstáculo para Jennifer Garner, a pesar de ser narcos.

Peppermint: matar o morir bien pudo representar un primer paso para tener a un personaje femenino de gran fuerza física y vulnerabilidad emocional –las violentas escenas de combate lo constatan–, pero se desperdicia al crear una maquinita de golpes a cuya historia le falta emotividad. El suyo es un arco que ya hemos visto antes y mejor contado, por lo que la fórmula desgasta el empuje que pudo tener esta nueva heroína de acción. Morel se repite a sí mismo y deja claro que aunque tenga a Jennifer Garner en el protagónico, no es tan fácil emular a Sydney Bristow.

autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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