Soul – Crítica de la película de Pixar
Pixar vuelve a sorprender con una historia entrañable que junta las diferentes habilidades creativas de su equipo para armar un conjunto altamente efectivo.
En los créditos finales de la película Soul, de Disney y Pixar (los cuales vale la pena observar detenidamente), hay un apartado donde se lee “Recent you seminar graduates” o “Graduados recientes del seminario del yo”. Es claro que estos graduados pertenecen al equipo del estudio. Aquellos que han llegado a la oficina en California con una sonrisa en el rostro, listos para crear ilusiones digitales.
Sin ahondar mucho en la trama, el ‘seminario del yo’ es otro nombre para el Gran Antes. Este es aquel espacio que, en los eventos de la cinta, funge como estación de llegada para las nuevas almas. Esas que están a punto de nacer y despertar a la vida. Conforme avanza la historia, es imposible no imaginar a los animadores y animadoras de la casa productora de la lamparita sentados frente a sus computadoras, derramando una lágrima –o dos– al verse reflejados en Joe Gardner, el protagonista de esta aventura, a quien ayudaron a dar vida fotograma por fotograma. Esos coloristas y encargados del renderizado han encontrado su chispa.
Y es que justamente lo que vuelve maravilloso a este conjunto es que habla en muchos niveles. No importa si eres gerente de fondos de un banco o si das clases a un grupo de adolescentes, el mensaje es el mismo. Tarde o temprano encontrarás algo para hacer en esta tierra que te llene por completo. Podrá parecer una idea trillada, pero la narrativa, construida de forma tan humana y natural, hace que sea sencillo identificarse con lo que está sucediendo. Es como si un niño de 8 años estuviera narrando de manera alocada lo que él entiende de varios conceptos psicológicos.
Soul – Crítica de la película de Pixar
No obstante, se percibe siempre un velo de madurez que lo cubre todo. Procurando hacer de este viaje una experiencia digerible y divertida, pero no por eso menos reflexiva y profunda. Incluso por momentos, pareciera que se reciclaron elementos de Intensa-Mente (2015). Estos se retrabajaron para encajar aquí y que, lejos de sentirse repetidos, funcionan a la perfección. Como ya es costumbre en los largometrajes de Pixar, se impulsa a los pequeños a pensar más a fondo sin dejar de ser ellos mismos.
Pero este coqueteo entre lo infantil y lo serio no se nota únicamente en las ideas de base, sino también en la forma en que estas son llevadas al papel. Aquí, sí resulta muy marcada la división entre las contribuciones de todos los involucrados en el guion y la dirección. Cuando estamos en el mundo de las almas, la mano de Pete Docter es inconfundible, pues habiendo entregado historias más emotivas y experimentales como Up (2009) o Monsters, Inc. (2001), su sensibilidad para lo mágico y lo surreal sigue siendo muy efectiva.
Por otro lado, está Kemp Powers, quien claramente fue la mente detrás de las secuencias terrenales, que están situadas en Nueva York y donde Joe tiene un cuerpo. La formación teatral de Powers queda al descubierto cada que pasamos por una calle de la Gran Manzana. Todo está hecho a lo grande, como si de una puesta en escena de Broadway se tratara.
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En esta misma situación contradictoria pero funcional, están la animación y la música. La película Soul, de Disney y Pixar presta una gran atención al detalle en el aspecto visual; los movimientos de cámara son fluidos, la paleta de colores es vibrante y, a ratos, cuando visitamos el terreno físico, tanto los personajes como los escenarios parecen reales. Resulta un logro técnico impresionante. El Gran Antes es bastante extraño, pero interesante, ya que, aunque contrasta sobremanera con su contraparte humana, es igual de sólido e increíble. Para acabar pronto, hasta las almas, que están diseñadas con trazos básicos y disparatados, se sienten muy familiares.
El score, compuesto por Trent Reznor y Atticus Ross en colaboración con Jon Batiste, funciona bajo esta misma lógica: es evidente que los músicos hicieron sus trabajos por separado, cada quien con su propio estilo, aunque como parte de un todo, los sintetizadores, el piano y las cuerdas de jazz cumplen su función, dándole ritmo consistente y muy agradable al viaje de descubrimiento que es el principal motor de la producción.
Soul – Crítica de la película de Pixar
Así, la película Soul, de Disney y Pixar sorprende con una historia entrañable que junta las diferentes habilidades creativas de su equipo para armar un conjunto altamente efectivo. De nueva cuenta, nos llevan a lugares inimaginables y, además, “se dejan llevar”, demostrando que, para empezar a vivir, sólo se necesita tener pasión y seguir nuestros sueños.