[REC] 4 Apocalipsis – Crítica
Del director Jaume Balagueró, la cuarta parte de [REC] ofrece el terror al que nos tiene acostumbrados.
Cuando se presentó el trailer de la película de REC 4 o [REC] 4: Apocalipsis en el festival de cine fantástico de Sitges, hace un par de años, los fans de los zombies festejaron la continuación de una saga que habría venido a revitalizar un género popular en los 80, pero venido a menos hasta que Exterminio y la misma [REC] lo pusieran de vuelta en el mapa del horror.
La película se asume como la entrega final—o, cuando menos, eso asegura su director, Jaume Balagueró—de la saga que iniciara en 2007 con la original: una muy correcta re-elaboración del tema, convencional en lo que a historia se refiere pero efectiva en el uso del found footage como recurso estilístico, y cuyos últimos diez minutos se encuentran entre lo más aterrador que haya producido el género. Filmada en el mismo estilo, la secuela del 2009 despejaba de manera más bien torpe las incógnitas abiertas en la primera entrega y, sin embargo, sería mejor recibida que [REC] 3: Génesis, dirigida además por Paco Plaza—co-director de aquellas—en tono de farsa, más cercano al de una Zombieland o a Planeta Terror, de Robert Rodríguez.
De vuelta en el edificio donde inició todo, Apocalipsis concluye lo visto en las dos primeras entregas, con el equipo de GEOs a punto de volar todo en pedazos cuando encuentran a Ángela, protagonista de la serie y quien lleva consigo el secreto de la epidemia. La reportera y dos de los GEOs son trasladados entonces a un barco petrolero, el Zaratustra, en donde el Dr. Ricarte se encuentra tratando de dar con una cura para la infección. Por supuesto, no se trataría de una película de [REC] sin infectados, y muy pronto el barco se descubre infestado de rabiosos zombies.
La primera cinta resultaría fundamental, en retrospectiva, no sólo para ese regreso de esos muertos vivientes, sino también para establecer el found footage como uno de los recursos más usados—y abusados—del cine de terror actual: de Monstruo a filmes recientes como Así en la tierra como en el infierno, se diría que el género le debe tanto a [REC] como a Actividad Paranormal en la popularización de la cámara borracha en el horror. Así, resulta una sorpresa que, como sucedía ya con la tercera entrega, el director prefiera regresar a una puesta en cámara convencional, casi como aceptando el desgaste del recurso que distinguiera a la original de tantas cintas de zombies genéricas… pero negando, con ello, la esencia misma de la serie.
Y es que genérica es justo la palabra que viene a la mente al ver esta entrega, una cinta de factura excelente, que no le debe nada a cualquier espécimen hollywoodense del género y repleta de secuencias de acción muy bien logradas, pero que despojada de sus señas de identidad—el uso del found footage, y la carga religiosa en la sugerencia de la posesión—resulta tan convencional como un episodio de The Walking Dead.
Plagada de alusiones al cine de horror—los guiños a Dead Alive, de Peter Jackson, son claros—, lo cierto es que esta [REC] habría hecho bien en referirse más a sí misma… o aceptar que no había más que agregar.