REC 2 – Crítica
Nuestra crítica de la secuela de horror más esperada del año.
¿Qué mejor testamento al éxito de [Rec] que aquel remake que, bajo el título de Quarantine, se produjo en los Estados Unidos cuando ni siquiera se había estrenado ahí la cinta original? En esencia la misma película, la versión norteamericana hacía a un lado cualquier insinuación de índole sobrenatural, sin embargo, a la hora de explicar la súbita aparición de rabiosos zombies en un tranquilo edificio de departamentos, dotando así a la cinta de un subtexto más cercano a las preocupaciones del cine de terror norteamericano: la paranoia, la desconfianza en las autoridades, el miedo al cuerpo y a la enfermedad.
Ésta, sin embargo, es una película producida en España, en un país católico, y el contexto acerca al filme al horror más tradicional, digamos: a la batalla entre el Bien y el Mal, y la intervención –ya sugerida en la primera– de fuerzas demoníacas. Dirigida nuevamente por la dupla de Balagueró y Plaza, la secuela retoma la historia justo en el punto en que la primera habría terminado, revelando la verdad detrás de la supuesta infección y construyendo así la rara secuela que expande el concepto de la primera entrega.
El recurso de la cámara al hombro como testigo que se quiere más real, o más próximo al espectador, da paso entonces a una puesta en escena mucho más cercana a cualquier first person shooter que al cine de George Romero, una vertiginosa sucesión de tiros, dentelladas y huídas desesperadas en la que lo único que importa es la experiencia, la sensación. El momento, pues. ¿Representa la película de REC 2 el futuro del género, el proverbial rollercoaster ride en el que la factura y la construcción del suspenso se abocan a reproducir el lenguaje de YouTube y los videojuegos? No nos corresponde a nosotros juzgarlo.
Y sin embargo, todo ello constituye las señas de identidad de una película en Rec 2 que cumple a la hora de mantener al espectador al filo de su asiento, aunque la experiencia resulte tan efímera, al abandonar la sala, como un tweet o un status en el Facebook.