Llamas de venganza – Crítica de la película

Llamas de venganza contaba con potencial para ser una aventura sci-fi que, por lo menos, rescatara el estilo eternamente veraniego de los relatos de Stephen King. Tiene buenas ideas, pero su ejecución es poco inspirada. Eso sí, sus actuaciones son sólidas y su banda sonora es impresionante.
Por muchos años, las novelas de Stephen King han sido llevadas a la gran pantalla con resultados disparejos. Hay cintas que logran condensar de manera satisfactoria y perturbadora las historias del prolífico autor, pero otras se quedan cortas al intentar trasladar al celuloide los productos de su excesiva imaginación. La película Llamas de venganza, lamentablemente, pertenece al grupo de entregas que, pese al esfuerzo, no logran despegar del todo. Contaba con potencial para ser una aventura sci-fi que, por lo menos, rescatara el estilo eternamente veraniego del escritor también responsable de Eso, Carrie o El cazador de sueños, pero desaprovecha varias de las oportunidades que tiene de ser memorable.

Conocemos a Charlie McGee (Ryan Kiera Armstrong), una niña con poderes telequinéticos que heredó de su padre y su madre (Zac Efron y Sidney Lemmon), quienes fueron voluntarios en un experimento de laboratorio cuyo objetivo era comprobar la efectividad de un suero llamado LOT-6. El suero le otorga a la pareja la habilidad de leer mentes y manipular a las personas para seguir sus órdenes, habilidad conocida como push. Charlie, por consiguiente, no sólo puede hacer esto, sino que, además, adquirió una tercera capacidad al nacer, que es controlar el fuego. A lo largo del filme, seremos testigos de cómo una agencia supersecreta gubernamental liderada por la Capitana Hollister (Gloria Reuben) inicia una desesperada cacería para atrapar a la joven cueste lo que cueste, pues quieren controlar su poder ya que, según comentan, podría tener implicaciones nucleares.
De entrada, es imposible no notar que esto es algo que ya se ha visto antes. Por ejemplo, con la serie Stranger Things –por muy trillada que sea esta comparación con todo lo que tiene un aura ochentera–. No sería descabellado pensar que los hermanos Duffer se inspiraron en Charlie para moldear a la famosísima Eleven.
Por ello, resulta decepcionante que, pudiendo entregar un relato que abrevara de esta oleada de propuestas intrigantes con efectos especiales interesantes, las cuales se disponen a ofrecer genuinas sensaciones de asombro, lo que vemos se percibe desangelado. Es sumamente frustrante que, con la tecnología que hay en nuestros días, al largometraje no se le haya inyectado dinamismo. Y es que, básicamente, es 1 hora con 34 minutos de secuencias y montajes en los que vemos a la niña y a su padre caminar por la calle, el campo o el bosque mientras se esconden y escapan de diversos antagonistas. Incluso encuentran un aliado en su travesía, pero el personaje dura tan poco que es imposible empatizar con él.

Crítica de la película Llamas de venganza
Esto sucede con cada personaje: su construcción es tan pobre que nuestra preocupación por lo que les sucede es nula. Sabemos que se trata de una familia especial, pero nunca les pasa nada que nos enganche a su historia. La familia McGee y quienes los rodean sólo pasan de una situación peligrosa a otra con muy poco contexto, salvo por unos flashbacks insertados con calzador. Con un guion de estructura tan monótona –a cargo de Scott Teems–, las actuaciones principales quedan opacadas y a menudo se recurre a la crudeza para obtener la atención del público.
Armstrong cumple sobremanera. La actriz sorprende por su capacidad para darle matices por demás interesantes a un rol tan complejo. De mirada profunda y una gran presencia frente a las cámaras, logra capturar la fiereza de alguien que puede hacer lo que quiera con un elemento tan letal como el fuego. Sin embargo, también es capaz de mostrarse vulnerable cuando se ve rodeada por obstáculos que la rebasan. Es impactante presenciar estos cambios en su personalidad. Por su parte, Efron y Lemmon tienen una gran química en conjunto, dejando claro que están dispuestos a todo por proteger a su hija. Sus interacciones son breves, pero levantan muchísimo el filme.

De igual forma, Gloria Reuben, quien con Hollister entrega una villana excepcional, cuyas motivaciones no rozan la caricatura. La actriz de ER y Lincoln nos lleva de la mano en su sutil exploración de la frialdad y la burocracia gubernamental. Cada que aparece en escena, el ambiente se torna escalofriante. Da gusto verla de vuelta trabajando en una cinta para cine.
Para complementar las actuaciones está el hecho de que las temáticas que se manejan son medianamente interesantes. Aquí y allá se asoman algunas lecturas conmovedoras sobre las relaciones familiares y sobre los turbulentos cambios que vienen con la etapa de preadolescencia.

Además, otro aspecto a destacar es el musical. El atmosférico score de sintetizador compuesto por John Carpenter, Cody Carpenter y Daniel Davies retumba en las bocinas de la sala a cada segundo sin resultar agotador. Sus melodías extremadamente inquietantes –y extrañamente relajantes– evocan otros trabajos del Maestro del Horror, quien hace poco también realizó la banda sonora para Halloween (2018). Sin duda, todo un deleite para los sentidos.

La película Llamas de venganza tiene buenas ideas, pero su ejecución es poco inspirada. Quizá el punto era entregar una ciencia ficción introspectiva y contenida, emulando la manufactura independiente –de hecho, al verla también vienen a la mente proyectos como Midnight Special (2016)–. Pero al final, queda claro que es totalmente olvidable. Ni siquiera la producción del siempre fresco estudio Blumhouse pudo salvarla.
Al menos, hay un curioso e increíble dato que nos ayudará a traerla a la memoria siempre. Es la primera vez que Zac Efron –a quien muchas personas conocimos, hace apenas unos años, por sus roles juveniles– actúa como papá. Cómo pasa el tiempo…
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