IntensaMente 2 – Crítica de la película

Cuando la primera entrega de IntensaMente se estrenó en 2015 y resultó ser todo un éxito, se publicó un artículo en el sitio de la revista Pacific Standard. En éste, se presentó una entrevista con Dacher Keltner, el profesor de psicología de la Universidad de Berkeley que asesoró al director, Pete Docter, al momento de desarrollar la cinta. Ahí, se le preguntaba al experto si pensaba que faltó incluir más emociones en la mente de la protagonista, Riley. A esto, él respondió que sí, pues en ese entonces ya había estudios que demostraban que había, al menos, cien más. Nueve años después, Pixar vuelve a explorar lo que sucede dentro de nuestra cabeza en la película IntensaMente 2. Esta es una secuela que da la impresión de haber sido creada después de leer la opinión de Keltner. Ahora, todo es más grande.

No pasa muy seguido que la estrategia de añadir más elementos a una historia rinda frutos. De hecho, la compañía animadora de Luxo, Jr. ha experimentado casos en los que esta fórmula funciona y en los que no. Por ejemplo, con Cars 2 (2011), se pasó de la sencillez de la vida pueblerina en Radiador Springs, que gustó tanto de la primera entrega, a un desfile de referencias a películas de espías que no conectó con la audiencia. Sin embargo, vienen a la mente producciones como Toy Story 2 y Toy Story 3 (de 1999 y 2010, respectivamente), en las que se presentaron nuevos personajes que le añadían capas de profundidad al viaje de Andy. Además, daban pie a lecturas sobre la evolución de la vida y, en el proceso, ampliaban la mitología de ese universo en específico.

Algo similar ocurre aquí. Se nos cuenta cómo Riley, al llegar a la pubertad, empieza a experimentar muchos cambios. Estos se ven acentuados cuando a los cuarteles generales de su mente llegan Ansiedad, Ennui –o aburrimiento–, Vergüenza y Envidia. Todos ellos irrumpen en un momento clave para el desarrollo de la joven: su estadía en un importante campamento de hockey, en el que se decidirá a qué equipo pertenecerá cuando entre a la secundaria. Con esto, el nuevo grupo de emociones hará su propia misión, que consiste en convertir a Riley “en una mejor persona” que pueda enfrentar los retos de esta nueva etapa.

Pero hay un problema: Alegría, Furia, Temor, Desagrado y Tristeza ya han progresado mucho en la construcción del sentido de identidad de la protagonista humana, convirtiendo una gran parte de sus recuerdos en piezas clave para definir su personalidad. Por supuesto, no están de acuerdo con el trabajo de Ansiedad y compañía, así que el conflicto comienza.

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En realidad, la premisa es simple y la dinámica es casi la misma que la anterior: mostrar el día a día en el cuartel. Aunque, desde que vemos las primeras escenas, nos queda claro que el ritmo de esta continuación será muy distinto al de la pieza original. Kelsey Mann, el director debutante a cargo de este relato, no se preocupa demasiado por regresar a detalles que ya se han vuelto icónicos. Por eso, se enfoca en hacernos notar que, en esta ocasión, el elemento más grande es el worldbuilding.

Hace casi una década, conocimos las islas de personalidad, el set “de cine” donde se creaban los sueños, los pasillos donde se almacenan los recuerdos y el tren del pensamiento. Esta vez, conoceremos el flujo de conciencia, el sistema de creencias, las lluvias de ideas y el abismo del sarcasmo. Se agradece que se hayan incluido estas nuevas locaciones. Sobre todo porque le dan a la ficción mayor escala, cuestión que funge como la base de la metáfora sobre lo benéfico de la evolución.

Cuando crecemos, nuestras ambiciones crecen, nuestros deseos crecen. Es parte de la aventura, y la celeridad en la edición de Maurissa Horwitz encaja bien con la intención de ofrecer al público cierta inmersión en el caos del crecimiento.

Sí, hay momentos en los que se vuelve confusa la arriesgada decisión de prescindir de la exposición en ciertos conceptos complejos. No obstante, se logra la hazaña gracias a que ya tenemos perfectamente bien identificados los códigos que componen este mundo lleno de color y técnicas visuales experimentales, en donde ahora se le da prioridad a la combinación entre 2D y 3D. Es como si nos dijeran: “Esto es así, ella se comporta así, esto va aquí. Vamos a lo que sigue”.

Lo cierto es que esto también deja libre el camino para que conozcamos más a fondo a los coestelares. Definitivamente, Ansiedad (toda anaranjada y temblorosa, perfecta para sacar carcajadas) se lleva el show. Está destinada a ser una favorita de los fans –junto con Bloofy, el perro y Bolsi, la bolsa–. Esto se debe, más que nada, a la forma tan honesta y poco cínica en la que el guion de Meg LeFauve y Dave Holstein hace énfasis en que sí, es una emoción que se puede controlar, pero no evitar. Ella solo quiere estar abierta a todas las posibilidades. ¿No es algo que anhelamos todos alguna vez?

IntensaMente 2 es una película cuya genialidad recae en que abraza la idea de que es posible transformarnos sin perder nuestra esencia. Da gusto saber que Pixar no ha perdido la suya, aunque siguen generando ofertas que se perciben diferentes. Queda esperar que siga la tendencia.

José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.